Durante la segunda mitad de agosto, una serie de eventos climáticos han provocado un considerable daño en los cultivos asegurados de España. Concretamente, las tormentas que vienen acompañadas de granizo han afectado a un total de 25.500 hectáreas de terreno de cultivo. Los cultivos más perjudicados son los cítricos, la uva de vino y los frutales.
Las regiones más impactadas por estas inclemencias del tiempo han sido Cataluña, Murcia, la Comunidad Valenciana y la provincia castellanomanchega de Albacete. De acuerdo con los datos facilitados por Agroseguro a Efeagro, los daños en estos lugares serán compensados con indemnizaciones que se estiman alrededor de los 20 millones de euros.
Las tormentas de diversa intensidad se han dado a lo largo de todo el país, especialmente durante la dana (Depresión Aislada en Niveles Altos) que tuvo lugar a mediados de agosto. Un informe de Agroseguro señala que las mayores pérdidas ocurrieron entre los días 12 y 16 de agosto.
En cuanto a los tipos de cultivo, los que han sufrido daños más significativos han sido los cítricos, con 2.670 hectáreas afectadas. Los frutales ha reclamado daños en 1.000 hectáreas, mientras que la uva de vino suma un total de 8.150 hectáreas dañadas.
Entre las zonas más golpeadas, Cataluña contabiliza 1.300 hectáreas reclamadas. La mayor parte de los daños se concentran en la zona frutícola de Lleida. No obstante, la buena noticia es que gran parte de estas parcelas ya estaban recolectadas en el momento en que ocurrieron las tormentas. Se han reportado daños puntuales en almendros y olivares.
Por su parte, en la Comunidad Valenciana el fenómeno climático que tuvo lugar a mediados de agosto causó estragos en más de 2.000 hectáreas; principalmente cítricos y caqui.
En la región de Murcia, los siniestros han sido reclamados en 3.000 hectáreas, principalmente en cítricos.
Finalmente, Albacete se ha visto afectada con daños localizados en los cultivos de uva para la producción de vino y algunas hortalizas, sumando más de 2.700 hectáreas perjudicadas.
Los recientes hechos ponen de relieve la continúa amenaza que plantean los eventos climáticos para la viabilidad de prácticas agrícolas tradicionales. Las implicaciones a largo plazo de estos fenómenos para los productores de alimentos y la seguridad alimentaria en general son aspectos que deben ser considerados seriamente por los responsables de la formulación de políticas agrícolas.