Las últimas investigaciones destacan el papel crucial que podría desempeñar el biocarbón en la lucha contra el cambio climático. Producido mediante pirólisis, un proceso de calentamiento de material orgánico en condiciones de bajo oxígeno, este material rico en carbono y poroso podría resultar una herramienta vital en el campo agrícola. Su uso está cobrando relevancia en el ámbito científico debido a su estructura única y los beneficios medioambientales y agrícolas que aporta.
Raj Shrestha, autor principal del estudio y experto en horticultura y ciencia de cultivos de la Universidad Estatal de Ohio, subraya la necesidad de reevaluar el potencial del biocarbón para eliminar grandes cantidades de gases de efecto invernadero. Durante el proceso agrícola, estos gases son liberados a la atmósfera a partir de la aplicación de fertilizantes y estiércol y el uso de maquinaria para labrar el suelo. Sin embargo, esta emisión podría mitigarse con la aplicación de biocarbón en los campos.
Según el estudio publicado en el Journal of Environmental Quality, la incorporación de biocarbón en los suelos puede variar el nivel de emisiones locales de gases de efecto invernadero, desde disminuirlo hasta incrementarlo, y en algunos casos no generar cambio. No obstante, se ha constatado que, en general, el uso de biocarbón reduce el óxido nitroso en un 18% y el metano en un 3%. El biocarbón no ha demostrado ser eficaz por sí solo para reducir las emisiones de CO2, pero sí cuando se combina con fertilizantes nitrogenados comerciales u otros materiales orgánicos, como el estiércol o compost.
Además, la capacidad del biocarbón de durar en el suelo desde unos pocos cientos hasta miles de años lo convierte en una de las mejores prácticas propuestas para lograr emisiones negativas y prevenir que la temperatura terrestre suba a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
No obstante, a pesar del reconocido potencial del biocarbón como tecnología de emisión negativa y el reciente aumento en la investigación relacionada, su adopción por los agricultores sigue siendo limitada. La razón principal es que el biocarbón no ha sido bien promocionado y no se ha comercializado para su uso generalizado. La tarea pendiente, por tanto, es persuadir a los agricultores de que la conversión de la biomasa en biocarbón es beneficiosa para la sostenibilidad a largo plazo de los suelos, la economía y el medio ambiente. Así, se podrá facilitar una amplia adopción de esta valiosa herramienta contra el cambio climático.