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El campo de batalla del tomate: ¿Quién dominará el mercado europeo?

El desenlace de un drama agrícola se despliega en España. Como si se tratara de un juego de ajedrez, el país se enfrenta a dos fuertes adversarios en el tablero de la exportación de tomates: Marruecos y Turquía.

La entrada en vigor del Acuerdo de Asociación entre la UE y Marruecos en 2013 fue un punto de inflexión. La compra comunitaria de tomates marroquíes ha subido desde entonces de 365.695 toneladas a 557.225 toneladas en 2022. Sumamos el Reino Unido a la ecuación y el total asciende a 701.541 toneladas.

No sólo Marruecos ha subido la apuesta, Turquía se ha consolidado como principal proveedor de tomate para los mercados de Europa del Este. Las cifras hablan por sí solas, ya que la Unión Europea importó 117.411 toneladas de este país, de acuerdo a los últimos datos del Ministerio de Agricultura.

La situación no se ve favorecida por el hecho de que las exportaciones de tomate español continúan en descenso, pese al crecimiento por segunda campaña consecutiva de la superficie sembrada de tomate de invierno.

Los efectos de estos embates han tenido consecuencias notables. Los exportadores canarios han experimentado un marcado descenso en la superficie de plantación, aunque han logrado una cierta recuperación en la última campaña. Sin embargo, el golpe más duro proviene del Brexit, que llevó a una reducción en las exportaciones españolas de tomate a Reino Unido de 143.182 toneladas a 70.780 toneladas.

Frente a esta coyuntura, los exportadores plantean soluciones. Una de las propuestas es solicitar a la Comisión Europea una ayuda extraordinaria de hasta el 10% del valor de la producción comercializada de tomate de las organizaciones de productores. Esperan que con este porcentaje se compensen los daños que está causando la «dejadez en la aplicación de las cláusulas de cooperación y de salvaguarda del acuerdo de Asociación de la UE con Marruecos».

En medio de este panorama, Marruecos mantiene una presencia durante todo el año en el mercado gracias a la «desestacionalización» de su producción y exportación de tomate. Un juego de ajedrez que sigue en marcha, con España tratando de mantener sus piezas en el tablero. El país busca soluciones mientras enfrenta el temor de un mercado reducido y una creciente competencia.

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