Frente a la sequía que asola a España, los cultivos ecológicos parecen llevar la batuta. Mientras que muchos cultivos tradicionales sufren, los de producción ecológica experimentan una sequía algo menos severa gracias a una mejor gestión del agua.
La falta de agua nos afecta a todos, sin embargo, los agricultores ecológicos parten con ventaja. Como explica Álvaro Barrera, presidente de Ecovalia, todos los cultivos cuentan con sistemas de mitigación y reducción del gasto de agua.
Las claves de esta resistencia a la sequía yacen en la estructura del suelo. Los cultivos ecológicos, al no estar cargados de compuestos nitrogenados y productos químicos, pueden retener agua y mantenerse frescos incluso en situaciones de sequía.
Este tipo de agricultura se asemeja a alguien que tiene agua para calmar el picor después de comer algo muy picante, mientras que la agricultura convencional sufre, ya que su suelo se quema y la planta carece de aporte hídrico.
En cuanto a los precios, la falta de agua, sumada a otros contratiempos climáticos, ha provocado un incremento en los costos de los alimentos, especialmente frutas y hortalizas. La agricultura ecológica no está libre de estas fluctuaciones económicas, pero factores como una distribución más directa de la granja a la mesa suavizan estos golpes.
A pesar de todo, el consumidor sigue apostando por lo ecológico, con un gasto medio total per cápita de 60 euros al año. Es más, según Ecovalia, la cesta ecológica en España durante 2022 estuvo compuesta por un 64% de productos de origen vegetal y un 36% de origen animal.
Por último, es necesario mencionar que la sequía también ha afectado la capacidad de los embalses para suministrar agua tanto para el consumo doméstico como para la agricultura. El director de Ecovalia alerta sobre la presencia de productos fitosanitarios en la agricultura convencional que llegan a los embalses y que, al haber menos agua almacenada, aumentan su concentración.
En estos tiempos difíciles, la agricultura ecológica está demostrando ser una alternativa viable y sostenible. No solo por la mejor gestión del agua, sino también por la estructura de suelo más saludable y su capacidad para enfrentar mejor las variaciones climáticas.
