La Denominación de Origen Bierzo ha concluido la vendimia de 2025 con una recolección de 10.687.452 kilos de uva. De este total, más del 93% (9.950.326 kilos) están bajo su sello de calidad, lo que representa un incremento del 33,95% en comparación con la campaña anterior. Sin embargo, esta cifra se mantiene un 5,01% por debajo de la media de las últimas cinco cosechas.
El Consejo Regulador ha anunciado que la estabilidad y recuperación productiva del viñedo berciano se ha verificado tras las adversidades climáticas que afectaron la cosecha del año pasado. Además, se ha destacado la excelente calidad de la uva y el notable aumento de producción, lo que sugiere que la añada será de gran nivel gracias al buen estado sanitario del viñedo y a la recolección realizada en el momento óptimo de maduración.
Variedades de uva recolectadas
En términos de variedades, la uva mencía ha acaparado la mayoría de la producción, con 5.208.917 kilos cosechados. La lista se completa con 3.841.481 kilos de godello, mientras que las variedades que no alcanzaron el millón son:
- 598.734 kilos de palomino
- 220.556 kilos de doña blanca
- 45.880 kilos de garnacha tintorera
- 17.587 kilos de malvasía
- 12.125 kilos de estaladiña
- 5.046 kilos de merenzau
Desarrollo de la vendimia
La vendimia de 2025 se llevó a cabo entre el 17 de agosto y el 13 de octubre, en un proceso caracterizado por ser «largo, pausado y muy selectivo», con el objetivo de recolectar cada variedad en su punto óptimo de maduración.
En cuanto al año agrícola, el Consejo Regulador ha subrayado que las precipitaciones se concentraron principalmente en los meses de otoño, invierno y primavera, alcanzando un total de 650 litros por metro cuadrado, cifra normal para la región. El invierno no fue excesivamente frío, y las etapas de brotación y floración cosecharon un ritmo normal, aunque algunas áreas afectadas por el granizo y el mildiu del año anterior presentaron irregularidades en la formación de racimos.
El verano, en cambio, se caracterizó por ser «muy seco y cálido», con temperaturas elevadas y escasas lluvias a partir del 19 de junio. Este clima provocó un adelanto en la fenología de las vides, generando «cierto estrés hídrico» que ralentizó el metabolismo de las cepas al final del ciclo. A pesar de estos desafíos, las condiciones climáticas propicias permitieron que la vendimia se desarrollara con tranquilidad.