La Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados, conocida como Agroseguro, ha comenzado a recibir numerosos partes de siniestros relacionados con las últimas inclemencias meteorológicas que han afectado al campo. Desde el 25 de febrero, se ha informado sobre daños en aproximadamente 12.000 hectáreas, casi todas aseguradas, una cifra que refleja el impacto serio de las lluvias y fenómenos asociados.
Impacto de las lluvias en la agricultura
Las partes de siniestros reportados han sido continuos y han llegado de 44 provincias españolas. Entre las regiones más afectadas se encuentran Sevilla, Córdoba y Murcia, donde los informes detallan daños significativos principalmente por lluvias, inundaciones, pedrisco y viento. En concreto, se estima que 3.700 hectáreas han sufrido consecuencias por lluvias, 3.500 por inundaciones, 2.000 por pedrisco y 1.000 por viento.
¿Qué tipo de cultivos están sufriendo más? Los datos indican que las hortalizas de suelo, los cítricos, los cultivos herbáceos, así como las explotaciones de fresón y frutos rojos en Huelva, han sido particularmente golpeados por el efecto combinado de las tormentas y los tornados.
Consecuencias y expectativas en el campo
Agroseguro también ha advertido sobre la falta de luz y sol, que podría influir negativamente en las producciones agrícolas, especialmente aquellas que se gestionan en invernaderos. Según la entidad, sigue existiendo una gran incertidumbre respecto a la magnitud total de los daños, ya que muchos productores aún no han podido acceder a sus parcelas para evaluar la situación.
Con el paso de los días y en función de la mejora del tiempo, es probable que se sigan recibiendo partes de siniestros, lo que podría reflejar un aumento en la superficie dañada. ¿Cómo se recuperará el sector agrícola de esto? Es una pregunta que aún carece de respuesta clara.
Efectos negativos y positivos de las tormentas
A pesar de los daños generalizados, Agroseguro ha señalado que, por otro lado, las lluvias han tenido un efecto "muy beneficioso" para otros cultivos y sistemas. Por ejemplo, se espera que el cereal, el olivar, los frutales, los viñedos y los frutos secos se beneficien considerablemente de esta abundante precipitación. Además, los embalses y acuíferos verán una mejora en su capacidad, algo que es vital para el futuro de la agricultura en la región.
Este fenómeno meteorológico nos recuerda la dualidad del clima: mientras algunas áreas sufren y enfrentan grandes pérdidas, otras pueden ver una revitalización en su producción.
¿Están nuestras políticas agrícolas preparadas para adaptarse a estos cambios constantes en el clima? Esta es otra cuestión que los actores del sector deben comenzar a considerar. La complejidad del actual contexto meteorológico está obligando a reflexionar sobre la manera en que gestionamos y aseguramos nuestras cosechas ante eventos que, aunque adversos en el presente, podrían significar grandes cambios para el futuro. En estas circunstancias, es esencial que los agricultores se mantengan informados y preparados para afrontar no solo los desafíos inmediatos, sino también las oportunidades que surgen de una nueva realidad agrícola.