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Brexit lleva a un aumento en los costos por nuevos controles físicos, importadoras británicas en estado de alerta

El actual ​​paisaje comercial del Reino Unido está experimentando cambios y retos significativos derivados de la salida del país de la Unión Europea, una decisión que ha comenzado a provocar consecuencias palpables, especialmente en la importación de alimentos. Las empresas británicas que importan alimentos de la UE alertan sobre el posible incremento de sus costes debido a los nuevos controles físicos post-Brexit.

Como parte del proceso de ruptura, el Reino Unido implementó un sistema de control en tres fases a partir de principios de este año, tras retrasos motivados por la inherente complejidad del Brexit. La primera etapa haría obligatoria la certificación sanitaria para la importación de productos de origen animal y vegetales considerados de riesgo medio.

La segunda fase entró en vigor recientemente, implicando el control físico y documental de dichos productos. Y la tercera etapa comenzará a partir de final de octubre, obligando la presentación de declaraciones de seguridad y protección para todas las importaciones de la UE.

Este aumento de la burocracia y los controles, que requieren la contratación adicional de expertos en importación y exportación, supone un coste extra que aviva el temor de las empresas a un aumento en los costos de su mercancía. John Davidson, copropietario de la empresa de flores Tom Brown Wholesale, estimó que este escenario podría implicar un incremento que oscila entre las 200.000 y 225.000 libras al año para su negocio.

Adriana Zalewska, de la empresa importadora Kin Global Distribution, añadió que los nuevos controles originarán un coste adicional de 1.300 libras por envío. A raíz de esto, se pronostica que los precios de los alimentos en el Reino Unido tendrán que incrementarse, repercutiendo directamente en las cadenas de suministro y afectando en particular a pequeñas empresas y negocios locales.

Desde el gobierno británico, la secretaria de Estado del Gabinete, Lucy Neville-Rolfe, defendió la necesidad de estos controles para mejorar la bioseguridad del Reino Unido y prevenir la entrada de enfermedades que podrían perjudicar a la economía y la industria agrícola del país. Queda por ver el impacto real de estas medidas en las empresas y su traslado al consumidor final.

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