Los productores agrícolas de la Comunidad Valenciana enfrentan un panorama desolador tras el paso de la dana. Sin haber podido acceder a sus cultivos, ya empiezan a temer los efectos devastadores sobre «miles» de hectáreas, especialmente en cítricos y caquis, lo que podría traducirse en un impacto económico de millones de euros. Esta situación no se limita a Valencia, ya que también se han reportado daños en campos de Andalucía y Castilla-La Mancha.
Un panorama devastador en Valencia
La provincia de Valencia se ha situado en el centro de la tormenta. Datos preliminares indican que en la comarca de Requena-Utiel, alrededor de 35.000 hectáreas de viñedo y 5.000 de almendros han quedado anegadas. Además, se señala una pérdida total en la producción de caqui y mandarina en la región. Este tipo de pérdidas es preocupante, sobre todo en las huertas periurbanas alrededor de Valencia capital, donde los daños también alcanzan el 100%.
El responsable de Comunicación de AVA-Asaja, Héctor Alepuz, ha compartido que no solo se verá afectada la cosecha de este año, sino que hay un alto riesgo de que «seguramente» se ahoguen y mueran los árboles. Esto acarrea consecuencias negativas para las futuras campañas agrícolas, creando un efecto en cadena que podría prolongarse en el tiempo.
Afectaciones en otras comunidades
Las consecuencias del temporal se han sentido también en otras comunidades autónomas. En Andalucía, específicamente en Málaga, se estiman daños en unas 3.500 hectáreas de olivares, cítricos y viñedos, mientras que en Castilla-La Mancha, la Sierra de Alcaraz ha reportado cerca de 4.000 hectáreas dañadas, con pérdidas de hasta el 100% en algunas áreas de olivo debido a granizo de gran tamaño.
El impacto en la infraestructura agrícola es igualmente alarmante, con caminos, muros y sistemas de riego severamente afectados o completamente destruidos, lo que complica aún más el panorama para los productores.
Impacto económico de la dana
El presidente de Asaja-Alicante, José Vicente Andreu, ha calificado los daños como «multimillonarios», advirtiendo que las zonas alcancen niveles de agua de dos metros en las huertas. Esta inundación puede resultar catastrófica, no solo para la cosecha actual, sino también para las futuras, generando preocupaciones sobre la capacidad de recuperación de los cultivos.
Las previsiones son «complejas», debido a que muchos productores aún no han podido evaluar el alcance total de los daños por la alerta activa por el temporal. La sensación generalizada es de «desastre», con zonas completamente inundadas y la incertidumbre de cómo saldrán adelante los agricultores a partir de esta crisis.
Problemas en la infraestructura agrícola
El secretario general de UPA en la Comunidad Valenciana, Ricardo Bayo, ha señalado que el impacto no solo se limita a los cultivos. Las infraestructuras agrícolas, como caminos, muros y naves de almacenamiento, han sufrido daños significativos. La ruptura de los sistemas de riego puede complicar aún más la recuperación, ya que son esenciales para el mantenimiento de las plantaciones.
Asimismo, en La Ribera, un área crucial para los cultivos de cítricos y caquis, se han reportado muchos problemas en los almacenes, que han lidiado con la acumulación de agua, lo que pone en riesgo la capacidad de procesamiento y distribución de los productos afectados.
Este tipo de fenómenos climáticos pone de relieve las vulnerabilidades del sector agrícola y la necesidad de abordar los desafíos que plantea el cambio climático. A medida que los agricultores evalúan el daño, su resiliencia y capacidad de adaptación se ponen a prueba, sentando un precedente para el futuro de la agricultura en regiones expuestas a condiciones meteorológicas extremas. La reflexión sobre cómo mejorar las infraestructuras y adoptar prácticas más sostenibles se presenta, más que nunca, como un tema urgente que merece atención y acción.