El Día Internacional del Arroz, que se celebra el 31 de octubre, encuentra al sector arrocero español en un contexto mixto. Este año, las fuertes lluvias han impactado a los cultivos, especialmente en Andalucía y Extremadura, donde la recolección se ha visto retrasada por las inundaciones. Sin embargo, la situación es mejor que en 2023, un año azotado por la sequía.
Mejoras en la cosecha respecto a 2023
Los productores de arroz en España tienen razones para ser optimistas. La cosecha de 2024 se perfila como más abundante en comparación con la de 2023, permitiendo recuperar el terreno perdido en los mercados. A pesar de las adversidades climáticas, el presidente del sector arrocero de Cooperativas Agro-Alimentarias, Félix Liviano, ha señalado que es temprano para estimar cifras definitivas. No obstante, destaca que los arroceros de Cataluña, Valencia y Aragón obtuvieron mejores rendimientos gracias a las lluvias previas a la planificación.
En el sur, siendo el foco principal de las complicaciones climáticas, la situación es distinta. Al no contar con lluvias al inicio de la campaña, muchos productores no sembraron y no reservaron semillas. Esto condujo a una cadena de retrasos, que se agrava ahora por las precipitaciones.
Desafíos por el clima
El agua, tanto en exceso como en déficit, condiciona la agricultura del arroz en el país. En Andalucía y Extremadura, las decisiones de siembra se tomaron más tarde que en otras partes de España debido a la sequía previa. A lo largo de la semana pasada, comenzó a abundar el agua, lo que complicó las tareas de recolección. El presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Eduardo Vera, ha comentado que en su provincia se ha sembrado solo el 68% de la superficie habitual.
El panorama no es el mismo en otras comunidades autónomas, como la Comunidad Valenciana, Cataluña y Aragón, donde la recogida ya ha finalizado con resultados positivos para los productores. Esta situación ilustra la complejidad del cultivo arrocero en España y los retos que enfrenta cada año.
Aumento de la superficie de cultivo
Una de las noticias más alentadoras es que la superficie sembrada de arroz ha aumentado un 48% este año en comparación con 2023, alcanzando las 81.300 hectáreas. Este incremento se posiciona en la media de otras campañas, lo que sugiere una recuperación en la producción.
Sin embargo, aunque el aumento de la superficie sembrada es un dato positivo, las proyecciones para la cosecha actual estarán sujetas a incertidumbres. A inicios de la campaña, la falta de lluvias planteó dudas sobre la viabilidad del cultivo en el sur, y los recortes en la producción a consecuencia de la sequía de los últimos años continúan acarreando consecuencias.
Desafíos en el mercado y los precios
En términos de mercado, España ocupa una posición destacada como segundo productor de arroz en la Unión Europea, solo superado por Italia. Sin embargo, las dinámicas del comercio internacional complican el panorama. Vera ha explicado las diferencias significativas entre el mercado europeo y el asiático, donde países como India son grandes productores orientados al autoconsumo. Esta competencia puede afectar los precios y la viabilidad del arroz español.
Además, hay que tener en cuenta que la producción en Europa ha decrecido drásticamente aún antes de la sequía de 2023, cayendo de cuatro millones de toneladas en 2020 a 1,9 millones en 2022. Estos datos demuestran la fragilidad del sector agrícola ante la fluctuación climática, un factor que el sector no puede ignorar.
Los productores de arroz están ansiosos por recuperar los mercados que se han visto comprometidos por la importación de arroz más barato. Para ello, es crucial que las exigencias en la producción europea sean comparables a las de países terceros. Esto incluye medidas que resguarden la producción local frente a la sobreoferta externa.
Oportunidades de futuro
Afrontar el futuro del arroz en España implica no solo adaptarse a los altibajos del clima, sino también fortalecer la soberanía alimentaria. En años recientes, como se evidenció durante la pandemia de 2020, los países asiáticos cerraron sus exportaciones, lo que resalta la necesidad de garantizar una producción autosuficiente.
Los arroceros piden un marco regulatorio que ofrezca igualdad de condiciones frente a los productores de países en desarrollo, además de la adecuación de fitosanitarios que les permita afrontar las adversidades. La producción arrocera española, que ha mostrado un compromiso con prácticas ambientales sostenibles desde hace más de dos décadas, tiene potencial de crecer y satisfacer una demanda interna y externa cada vez más consciente de la calidad.
El sector enfrenta retos, pero también una oportunidad para reafirmar su importancia dentro del contexto agrícola europeo y seguir explorando nuevas formas de adaptación en un mundo en constante cambio. La evolución continua del cultivo de arroz es un espejo donde se refleja la resiliencia del agricultor moderno.