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El sector rural evita el debate de la masificación y defiende su esencia auténtica

El turismo rural en España, especialmente en las Islas Canarias, procura mantenerse al margen de la problemática suscitada por la saturación de viajeros en otros sectores del turismo. Este tipo de turismo no solo no enfrenta, por ahora, una saturación masiva, sino que también representa un porcentaje mínimo del turismo total en las Islas Canarias. En este sentido, una manifestación celebrada el 20 de abril del presente año en las principales ciudades del archipiélago canario, demandaba un cambio en el modelo turístico impulsada por la plataforma «Canarias se agota».

El turismo rural no representa, según los expertos, una amenaza actual para el equilibrio de las zonas rurales de la península. No obstante, existen áreas rurales específicas, como los parques nacionales, donde se están dando alzas en la oferta de vivienda vacacional, fenómeno asociado al turismo masivo que puede incrementar el costo de la vivienda para la población local.

Los propietarios de alojamientos rurales, en general, hacen uso de construcciones ya existentes para sus negocios, evitando la expansión territorial y minimizando el impacto negativo en los pueblos locales. Según Pedro Carreño, presidente de la Asociación Española de Turismo Rural (Asetur), el perfil del turista rural es alguien que busca una conexión auténtica con la naturaleza, las tradiciones locales y la gastronomía de la región.

Además, se pronuncia con contundencia al afirmar que el turismo rural no está masificado. De hecho, solo representa el 1% de todo el turismo que llega a las islas. Esta percepción es respaldada por datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que sitúa la influencia del turismo rural en las Islas Canarias en el 0,7% del total de visitantes.

Esta modalidad turística se ve como una alternativa diferente al típico «turismo todo incluido», atrayendo a un tipo específico de viajero de mediana edad que busca disfrutar del «medio rural, de sus valores y patrimonio y de la tranquilidad que ofrece». Este perfil, diferenciado y muy especial, según Carreño, está alejado de la masificación de otros subsectores del turismo.

Por otro lado, resulta relevante resaltar que existen localidades rurales, tanto en Canarias como en la Península, que han sabido promocionarse con distintivos que le dan mayor visibilidad y, por ende, atraen un mayor número de visitantes. Un ejemplo de esto es Albarracín (Teruel), que recibe cerca de 400.000 visitantes al año y, sin embargo, no está masificado.

Debe entenderse que, aunque estos lugares son conscientes de su patrimonio valioso y de que viven gracias al turismo, también saben que deben preservarlo para que perdure en el tiempo. Para ello, entidades gubernamentales como los ayuntamientos están trabajando en planes de ordenación que ofrezcan un panorama más exacto de la situación para poder mantener intacta su esencia y el entorno que les hace únicos.

Por tanto, el futuro del turismo rural en España no debe quedarse al margen del cambio de modelo turístico, ya que es precisamente su filosofía y praxis los que permiten un desarrollo turístico más sostenible y armónico con el medio ambiente y la sociedad local.

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