América Latina y el Caribe enfrentan retos significativos en su desarrollo agroalimentario, con un 28 % de su población sin acceso a una dieta saludable. Este escenario, marcado por la desigualdad, ha llevado al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) a considerar cruciales las inversiones en distribución y logística dentro de la cadena agroalimentaria. El objetivo es promover la creación de empleo en los países productores, potenciando el desarrollo rural y abordando la pobreza y el hambre.
Inversión y colaboración como ejes centrales
Durante un reciente encuentro en Casa de América, el presidente del FIDA, Álvaro Lario, destacó la importancia de la colaboración público-privada en el diseño de sistemas alimentarios más sostenibles. Según Lario, la industrialización del sector agroalimentario debe centrarse en las pequeñas y medianas empresas, facilitando así la creación de empleo. “La producción ya no es suficiente”, enfatizó, añadiendo que es fundamental entrelazar los sistemas alimentarios con la energía, la infraestructura y el transporte.
El presidente del fondo compartió ejemplos concretos de proyectos exitosos, como la mejora de la cadena de valor del ganado camélido en Bolivia y la optimización de la cadena de la leche en el noreste de Brasil, donde se busca agregar valor a estos productos. Esto no solo beneficia a los agricultores, sino que también fortalece la economía local, mostrando cómo la inversión en el sector puede transformar comunidades enteras.
Necesidad de un enfoque integral
Según Lario, es imperativo adoptar un enfoque más holístico que abarque las relaciones multilaterales, sobre todo en un contexto global afectado por tensiones geopolíticas, conflictos armados y los efectos del cambio climático. Estos factores impactan directamente en los sistemas alimentarios, reflejándose en el aumento de precios y en la accesibilidad de alimentos para la población.
El presidente del FIDA también señaló la relevancia de la próxima Cuarta Conferencia Internacional de Naciones Unidas sobre financiación para el desarrollo (FFD4), programada para junio. Este evento, que se llevará a cabo en la capital andaluza, tiene como principal objetivo “movilizar a los bancos públicos de desarrollo”, en un panorama que, como describe Lario, es “muy complejo”, pero que también ofrece oportunidades para la cooperación y el diálogo.
Un contexto de estancamiento
A pesar de contar con un enorme potencial productivo, América Latina y el Caribe han experimentado, en la última década, un estancamiento en su crecimiento económico. Este estancamiento no solo afecta el acceso a una dieta saludable, sino que también alimenta la desigualdad en las comunidades. La misión del FIDA es revertir esta situación, apoyando iniciativas que fortalezcan a las comunidades indígenas y promuevan la utilización de sus propios recursos.
La industrialización del sector agroalimentario, que el FIDA plantea como una medida clave, no solo busca incrementar la producción, sino también mejorar los canales de distribución y logística. Este enfoque permitirá fortalecer la economía de las áreas rurales, generando empleo y propiciando un entorno más sostenible y justo para todos.
La interconexión entre las múltiples dimensiones de la cadena agroalimentaria se vuelve, por tanto, una prioridad. La sinergia entre el desarrollo agrícola, la inversión y la inclusión social tiene el potencial de transformar las realidades de millones de personas en la región, y es una reflexión que cada uno de nosotros debería considerar. ¿Cómo podemos contribuir a un sistema alimentario más equitativo y sostenible en nuestras propias comunidades?








