En una ola impresionante de apoyo al cultivo de legumbres tradicionales, más de 5.200 personas en toda Europa se han unido al movimiento para cultivar variedades tradicionales de judías. Este movimiento es una respuesta a las amenazas que plantean las variedades comerciales que actualmente dominan el panorama de producción de las judías, con la finalidad de preservar la maravillosa diversidad de las especies de judías.
Este año se llevará a cabo la cuarta edición del experimento de cultivos ciudadanos llamado «Compartiendo las judías», organizado por el proyecto Europeo Increase, con la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y centros de investigación de otros 14 países.
El cultivo de estas variedades tradicionales, por ser menos productivas, han quedado olvidadas, pero están perfectamente adaptadas a las condiciones locales, según fuentes de la iniciativa. Los centros de investigación envían semillas de estas variedades a los voluntarios, confiando en ellos para que cultiven y documenten el crecimiento de las plantas.
En un retrato de un futuro agrícola prometedor, los voluntarios deben registrar cuidadosamente el crecimiento de las plantas, tomando fotografías y anotando características como el color de las flores y el tamaño de las vainas. Este valioso conocimiento se comparte posteriormente con la comunidad académica, lo que podría ayudar a preservar la diversidad agrícola de las legumbres que se cultivan en Europa.
Es esencial tener en cuenta que estas variedades de judías son mucho más que un simple cultivo antiguo. Representan una amplia diversidad genética, haciendo que sean menos vulnerables ante enfermedades emergentes y los cambios climáticos. Además, su cultivo contribuye a reintroducir genes interesantes en las variedades comerciales, aumentando su resiliencia.
Este experimento ha tenido una respuesta abrumadora, con participantes de toda Europa y más allá. Las inscripciones para este año, de hecho, concluyeron con una participación de más de 5.200 voluntarios, la mayoría de Italia, seguido de Alemania y con España en tercer lugar.
La belleza de este proyecto trasciende la propia agronomía. Promueve la participación ciudadana en la agricultura, alentando a las personas a sembrar estas judías en balcones, jardines o pequeños huertos. La diversidad de semillas que resulta de este esfuerzo se comparte más adelante, fomentando en definitiva la biodiversidad y la conservación de los recursos fitogenéticos de Europa.
Como si fuera poco, este esfuerzo revaloriza legumbres en la dieta europea, destacando sus beneficios para la salud y la agricultura. Las legumbres son una fuente de proteína de alta calidad y además fijan el nitrógeno atmosférico en el suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes y favoreciendo la rotación de cultivos tradicionales.
Es evidente que los ciudadanos de toda Europa están intensamente comprometidos en la preservación de la diversidad biológica, uniendo sus manos en tierra y judías para enfrentar las amenazas del futuro. Es un viaje emocionante y reinstaura la esperanza en la habilidad del ser humano para adaptarse y proteger la herencia agrícola de su entorno.