El Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) ha tomado una decisión significativa que impacta al sector pesquero en España. En una sentencia reciente, desestimó varios recursos planteados por pescadores gallegos y asturianos. Esta resolución se refiere a la designación de zonas de protección en aguas españolas, donde se ha considerado que podrían existir ecosistemas marinos vulnerables.
Revisión de la decisión de la Comisión Europea
Los pescadores españoles, junto con el Gobierno, impugnaron la decisión de la Comisión Europea de cerrar ciertas áreas a la pesca de fondo, alegando que dicha medida podría afectar sus actividades económicas. Sin embargo, el TGUE ha declarado que la evaluación que llevó a cabo la Comisión se basa en evidencia científica y no requiere la consideración de cada tipo de arte de pesca utilizado por los demandantes.
En su fallo, la corte, que tiene sede en Luxemburgo, subrayó que la delimitación de zonas vulnerables está justificada por la presencia de especies protegidas y las características de los ecosistemas en cuestión. Esto establece un marco claro para la protección requerida de estos ecosistemas frente a los efectos adversos de las prácticas pesqueras.
La metodología y su adecuación
Otro de los puntos abordados en la sentencia es la metodología utilizada por la Comisión para determinar estas zonas. El tribunal aseveró que no se ha demostrado que se haya excedido el margen de apreciación al utilizar criterios establecidos por el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM). De acuerdo con el TGUE, tampoco existen evidencias que sugieran que otro enfoque sería más eficaz para identificar áreas que requieren protección.
Es importante resaltar que la corte defendió la legalidad del reglamento que permite esta designación, afirmando que no se infringieron las normas de la política pesquera común. La prohibición de la pesca de fondo no se aplica a profundidades menores a 400 metros, lo que permite cierta flexibilidad en las actividades pesqueras.
Reacciones de las organizaciones ecologistas
La sentencia ha sido celebrada por diversas organizaciones ecologistas, que la califican de "histórica". Grupos como la Coalición de las Aguas Profundas y Ecologistas en Acción han manifestado que este fallo respalda la necesidad de proteger los ecosistemas marinos, basándose en evidencias científicas y no en intereses económicos inmediatos.
Desde la perspectiva de estas organizaciones, la decisión del TGUE refuerza la idea de que la protección de las aguas profundas es crucial. "Es una victoria esencial no solo para las profundidades marinas, sino también para las generaciones futuras", afirmaron en un comunicado. Este tipo de decisiones, orientadas por la ciencia, tienen un potencial duradero para la salud de los océanos.
Contexto sobre legislaciones anteriores
Cabe recordar que la Unión Europea ya cuenta con un reglamento que prohíbe la pesca de arrastre a mayores de 800 metros en el Atlántico Nordeste. Desde 2022, y después de un proceso consultivo, se han designado 87 zonas como ecosistemas marinos vulnerables, que han sido cerradas a actividades de pesca de fondo. Estas medidas buscan cumplir con la obligación de proteger los ecosistemas marinos vulnerables en aguas comunitarias.
Con el objetivo de proteger más hábitats, las organizaciones ecologistas han subrayado que, aunque la oposición de algunos estados, particularmente España y Portugal, ha existido, ello no debería frenar la implementación de mayores medidas de protección.
El futuro de la pesca sostenible
La decisión del Tribunal Europeo se convierte en un precedente que puede marcar la pauta para futuros casos relacionados con la sostenibilidad de las prácticas pesqueras. Ahora, más que nunca, es fundamental que los gobiernos apoyen la aplicación de normas comunitarias vigentes para salvaguardar los ecosistemas marinos.
¿La pesca sostenible será la respuesta para equilibrar economía y medio ambiente? Solo el tiempo lo dirá, pero es evidente que la comunidad internacional sigue giro tras giro de esta narrativa. Mantener un enfoque basado en la ciencia y de protección podría conducir a un futuro más saludable para nuestros océanos y hábitats marinos vulnerables.








