El cuerpo de guardas rurales de seguridad privada está conmemorando su 175 aniversario este año, y su contribución se hace evidente en momentos críticos, como las recientes labores de ayuda en los municipios valencianos afectados por la dana, especialmente en Paiporta y Chiva.
El papel esencial de los guardas rurales
El responsable de Guardas Rurales de la Federación de Trabajadores de la Seguridad Privada FTSP-USO, Victor Villalobos, señala en una entrevista que este gremio, aunque fundamental, ha sido poco visible ante la sociedad. La despoblación en el medio rural ha llevado a que «cada vez haya menos personas que vivan allí,» lo que también ha tenido un impacto en el número de cazadores, donde los guardas rurales desempeñaban un papel clave.
Estos profesionales colaboran frecuentemente con diversos cuerpos de seguridad del Estado, incluida la Guardia Civil, que tiene responsabilidades en áreas rurales. Sus tareas incluyen la vigilancia y gestión de cotos de caza, además de otras funciones que abarcan bodegas, parques eólicos, instalaciones solares, así como cuestiones relacionadas con agricultura y ganadería, como ha detallado Villalobos.
Intervención en la zona cero
Un ejemplo de dedicación es el guarda rural de Castellón, Francisco Javier Gimeno Herrero, quien fue voluntario desde el primer día tras la dana en Paiporta. En su relato, menciona que trabajaron codo a codo con la UME y la Guardia Civil, pero también se involucraron con la comunidad, ayudando a las familias a limpiar sus hogares, que estaban cubiertos por un metro y medio de barro.
Las labores no se limitaron a la limpieza; también realizaron el reparto de alimentos y herramientas en los municipios más afectados, como Benetusser, Alfafar y Pedralba. La comunidad se ha beneficiado enormemente de la intervención de cerca de 200 guardas rurales de esta federación, quienes han estado activos en más de 75 municipios que han padecido los efectos de la devastadora dana.
Rescate y ayuda humanitaria
Además de Gimeno, la pareja de guardas rurales Gema Valero y Jonathan Mateo ha jugado un papel crucial en las operaciones de rescate. Ellos han recuperado a 15 personas que no eran conscientes de la gravedad de la situación cuando el agua comenzó a inundar la zona. Desde entonces, han trabajado diligentemente junto a vecinos y otros cuerpos de rescate, mostrando un valor y dedicación admirables.
Valero ha destacado la «multitud» de guardas rurales de otras regiones que se han unido para ofrecer apoyo. Esta colaboración no solo se ha centrado en humanos, sino que también se ha extendido al rescate de animales, un aspecto que muchas veces se pasa por alto en situaciones de emergencia.
Una profesión en el olvido
Villalobos también hace un llamado a la necesidad de dar mayor visibilidad a la figura del guarda rural. La importancia de estos profesionales en el mantenimiento y protección del entorno rural es indiscutible, y en momentos como este, se ve claramente su relevancia. La idea de que «es la única figura que realmente vela por el sector primario» subraya la esencia de su labor.
Valero y Mateo, en su accionar, se han convertido en un punto de encuentro no solo para otros guardas rurales, sino también para los ciudadanos que buscan apoyo en estas crisis. Cada acción de ayuda reafirma la necesidad de reconocer y fortalecer el papel de los guardas rurales en la sociedad.
A medida que avanzamos, es crucial recordar la valentía de estas personas que, en momentos de desastre, no solo representan un bastión de seguridad sino que, además, son pilares en la recuperación de las comunidades afectadas. La reflexión sobre su papel en el mundo rural podría abrir nuevas oportunidades para fortalecer su contribución y garantizar que no se pierda esta figura esencial en el futuro.