En Francia, el Marais poitevin, el segundo humedal más grande del país, se ha convertido en el epicentro de un conflicto que trasciende sus fronteras. Se trata de la lucha por el agua, un recurso cada vez más escaso y disputado. En el ojo del huracán, los megaembalses agrícolas, oficialmente conocidos como reservas alternativas de agua, que han despertado la ira de ecologistas y ciudadanos preocupados por el futuro del agua en la región.
Estos megaembalses, que se llenan mediante el bombeo de aguas subterráneas durante los meses de invierno, se utilizan para regar terrenos agrícolas durante el verano. Aunque el sistema lleva en uso 40 años, fue en 2007 cuando surgieron los primeros proyectos colectivos, apoyados por el Estado. Hoy, hay más de cien proyectos, en proceso o ya terminados, en el oeste de Francia.
La resistencia contra estos embalses se organiza en varios frentes. En primer lugar, en el plano legal, donde organizaciones ecologistas han denunciado varias reservas alternativas, que han sido declaradas ilegales por tener estudios de impacto insuficientes. En segundo lugar, en el frente de acción directa, con el sabotaje de varias de estas cuencas. Y finalmente, en el frente de la movilización de masas, con manifestaciones que han reunido a miles de personas.
Los detractores de estos embalses abogan por una agricultura «campesina», más ecológica, basada principalmente en el agua de lluvia. Frente a ellos, los agricultores de riego, que representan solo el 7% de las tierras agrícolas francesas, pero que utilizan más de la mitad del agua consumida en el país, en particular para el cultivo de cereales, como el maíz.
La polémica ha llegado hasta la Comisión Europea, que se ha mostrado interesada en el tema y ha reconocido ciertas carencias en la gestión de estos embalses. Sin embargo, por el momento, se remite a los tribunales franceses para asegurarse de que los embalses cumplen con el derecho comunitario.
Este conflicto por el agua en Francia pone de manifiesto la necesidad de encontrar soluciones sostenibles y respetuosas con el medio ambiente para garantizar el futuro de la agricultura y la disponibilidad de agua. A medida que la crisis climática avanza, la gestión del agua se convierte en un desafío cada vez más urgente, no solo en Francia, sino en todo el mundo.
