La sofisticación y diversificación de la sangría, el refrescante coctel de vino y frutas que se identifica con la luz y alegría del verano español, se vislumbran como estratégicas para expandir su consumo más allá de la estacionalidad. Aunque el reto no se visualiza de fácil solución, se pretende trasladar esa vivencia veraniega a cualquier época del año remozando su imagen y ofreciendo experiencias nuevas al consumidor de un producto tan arraigado a la cultura y la imagen internacional de España.
En los meses de verano se llegan a concentrar entre el 13% y el 18% de las ventas anuales de este producto, descendiendo hasta cifras por debajo del 4% en los meses fríos de enero y febrero. En su intento por ampliar su consumo, algunos establecimientos y productores se inclinan por ofrecer variantes artesanales y de calidad, desterrando así a la habitual sangría de supermercado de bajo coste y baja calidad.
Víctor Clavería, propietario de las sangrías Cabecita Loca, oriundas de Barbastro (Huesca), apuesta por una elaboración artesanal y una presentación premium de su producto. Resalta el uso de ingredientes naturales sin aditivos y la armonía de sabores entre el vino y el resto de ingredientes. Asimismo, locales especializados como El Mercado de la Reina, en la Gran Vía de Madrid, buscan diversificar su oferta con diversas marcas de sangría de varias regiones de España.
De hecho, la afirmación de que las ventas de sangría de estos locales ya se han equiparado con las ventas de vino refleja un espíritu renovador en la conceptualización de esta tradicional bebida, identificada como marca España aunque en muchos casos desprestigiada por las preparaciones industriales.
La sangría, un clásico de los chiringuitos y terrazas españolas, se enfrenta al desafío de expandir su horizonte más allá de la estacionalidad y asumirse como un trago largo y eventualmente degustable durante todo el año. En este sentido, Carlos Muñecas, director general de las madrileñas Bodegas Sanviver, identifica a la sangría como un producto específico para tomar frío y altamente ligado a un contexto social muy puntual y muy específico.
En resumen, la sangría, emblema culinario del estío español, se encuentra en pleno proceso de reinventarse manteniendo sus valores de origen pero no dudando en importar aires de modernidad. Estas novedades se materializan tanto en su preparación artesanal, como en la diversificación de sus variantes y localizaciones de producción, todo ello para asegurar un futuro prometedor más allá de su estacionalidad tradicional.