Con la celebración de Sant Jordi a la vuelta de la esquina, las expectativas se disparan en Barcelona, donde se prevén vender alrededor de siete millones de rosas. Este dato, compartido por Miquel Batlle, presidente de la Asociación Empresarial de Mayoristas de Mercabarna-Flor, y Jordi Valls, presidente de Mercabarna, destaca la importancia del evento para el sector floral.
Las raíces extranjeras de las rosas
Un aspecto que no pasa desapercibido es la procedencia de estas flores. Según Batlle, un 68 % de las rosas llegarán desde Colombia, un 22 % desde Ecuador y un 10 % desde Holanda. En cuanto a las rosas de producción nacional, las cifras son decepcionantes: «No hay», advierte Batlle. «Puede quedar algún reducto de algún payés nostálgico que tenga, pero no las busquéis porque no las encontraréis». Este nimbo sobre la producción local pone de relieve los desafíos que enfrenta la floricultura en España.
La falta de relevo generacional y el «agotamiento» de los campos de cultivo son factores que han contribuido a la drástica disminución de la producción nacional. «Necesitas mucha tierra para producir la cantidad de rosas que se necesitan. Si todas las rosas se tuvieran que producir en el Maresme, prácticamente toda la comarca debería estar plantada», apunta Batlle, aludiendo a las exigencias del mercado y del cultivo. Además, señala que los rosales enfrentan un aumento en enfermedades y que los productos fitosanitarios en España han perdido eficacia.
Una celebración por recuperar cifras prepandemia
El año anterior, se comercializaron cerca de 6.800.000 rosas, un aumento del 13 % en comparación con 2022, pero aún sin alcanzar los niveles de 2019, donde se superaron los siete millones. Valls manifiesta su optimismo al declarar que «es nuestra intención y la cifra a superar» para este año. La elección del día, siendo un miércoles laborable, podría jugar a favor de una jornada «muy buena y potente».
Además, la tradición de regalar rosas ha evolucionado. Ya no se limita a celebrar el amor entre parejas; ahora se comparte entre compañeros de trabajo y amigos, reflejando una interconexión cultural que va más allá de las fronteras de España.
Tradición y modernidad en el mercado floral
Se estima que, de las rosas que se venden por Sant Jordi, un 80 % serán de color rojo, una elección emblemática que representa la esencia de esta festividad. Josep Reig, cultivador y comerciante, afirma que «lo que más se pide siempre es la rosa roja, porque es la que tiene el significado de Sant Jordi». Sin embargo, cerca de un millón y medio de rosas de otros colores, predominantemente amarillas y blancas, también estarán presentes.
La evolución en las preferencias del consumidor se manifiesta en la elección de envoltorios. Rosa Valls, de la Escuela de Arte Floral Rosa Valls Formación, destaca que «el típico envoltorio de plástico para la rosa ya no existe», dando paso a alternativas más sostenibles como el yute y el papel reciclado. Esta tendencia refleja una creciente conciencia ambiental entre los consumidores.
Floraciones internacionales en un entorno local
Una curiosidad interesante es la creciente demanda de ramos de rosas por parte de clientes en Alemania y Japón, que buscan llevarse un pedazo de la tradición catalana a sus países. «En la ciudad, una tercera parte de la población ya es extranjera, recién llegados, y están compartiendo nuestra tradición», explica Batlle, y esta internacionalización del evento añade un matiz contemporáneo y multicultural a la celebración.
Por último, Michaela Schmidt, del negocio Suport Floral, ha observado que los clientes buscan «soluciones más personalizadas» para las rosas, como arreglos de flor seca con una rosa dentro, permitiendo una mayor durabilidad. Esta innovación en la presentación refleja el deseo de mantener vivas las tradiciones de manera creativa y funcional.
Con todas estas dinámicas en juego, Sant Jordi se perfila no solo como una celebración de la literatura y el amor, sino como un evento que refleja las complejidades y desafíos del mercado floral actual. La encrucijada entre tradición y adaptación promete una jornada de emoción y conexión, donde las rosas, aunque mayoritariamente importadas, seguirán floreciendo en el corazón de Barcelona.








