Así se desprende del primer Barómetro sobre Seguridad Alimentaria que se presentó recientemente por Aecoc, una organización de empresas fabricantes y distribuidoras. Este estudio se llevó a cabo en noviembre y abarcó a un millar de consumidores de entre 18 y 70 años en España, revelando datos significativos sobre la percepción que se tiene respecto a la seguridad de los alimentos.
Consumo y percepción de los jóvenes
El 74% de los consumidores españoles tiene conciencia de las alertas alimentarias que podrían generar riesgos de enfermedades o perjuicio a través de los alimentos. No obstante, este conocimiento se reduce al 43% entre los más jóvenes, pertenecientes a la generación Z, que actualmente tiene entre 18 y 27 años. Dado que este grupo no ha vivido episodios históricos de crisis alimentaria, como las de las vacas locas o el aceite de colza, tienden a asumir que los alimentos que compran son seguros.
El responsable de Seguridad Alimentaria y Calidad de Aecoc, Xavier Pera, enfatiza que uno de los desafíos que se presentan es la necesidad de comunicar a los jóvenes, utilizando las redes sociales, «cuestiones complejas de forma comprensible» sobre la seguridad alimentaria. El grupo joven parece estar más enfocado en la sostenibilidad de los productos, y Pera subraya la importancia de informarles sobre los riesgos asociados con el consumo.
Confianza en la seguridad alimentaria
El informe revela que, en un 63% de los casos, las alertas alimentarias generan confianza en los consumidores españoles respecto a los controles del sector y la transparencia del sistema. Sin embargo, un 37% de la población siente miedo ante ciertas alertas, lo que puede influir considerablemente en su decisión de compra. Ante una alerta, se ha observado que el 68% de la población retira el lote afectado, aunque no necesariamente evita otros productos similares de distintas marcas.
Se destaca también que la confianza en los productos alimentarios aumenta entre aquellos que presentan un sellos o certificados de calidad. Así lo indica el 57% de los encuestados, frente a un 53% que se basa en el envase del producto y un 48% que confía en su procedencia.
Fuentes de información y hábitos de consumo
En cuanto a la manera en que los consumidores se informan sobre alertas alimentarias, el estudio señala que, a nivel general, el 81% de los españoles asegura estar informado sobre seguridad alimentaria. La televisión es la fuente más consultada (59%), seguida de las noticias en internet (47%). Por su parte, la generación Z tiende a obtener información principalmente de las redes sociales y de su círculo social (43%).
A pesar de estos esfuerzos por informarse, la confusión persiste entre los jóvenes. Según Marta Munné, responsable de estudios Shopperview de Aecoc, estos jóvenes asocian la seguridad alimentaria no solo con medidas de seguridad, sino también con productos saludables y ambientalmente sostenibles.
Comportamientos en la manipulación de alimentos
Al analizar los hábitos de manipulación de alimentos en el hogar, el estudio revela que el 82% de los encuestados afirma lavarse las manos antes de manipular los alimentos. Un 66% limpia y desinfecta los vegetales antes de preparar ensaladas, y un 56% congela el pescado que va a consumir crudo, demostrando un interés por la seguridad en la preparación de sus comidas.
Adicionalmente, un 67% de los consumidores afirmaron que están dispuestos a consumir productos caducados, siempre que su aspecto y olor no muestren señales de deterioro, a pesar de que un 85% de ellos sigue prestando atención a la fecha de caducidad o consumo preferente. Este comportamiento pone de manifiesto la necesidad de educar sobre las diferencias entre las fechas de caducidad y el estado general de los alimentos.
A medida que las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria continúan evolucionando, resulta esencial promover una cultura de confianza y conocimiento sobre lo que precisamos para una alimentación segura. Reflexionando sobre estos datos y tendencias, es crucial entender cómo se puede mejorar la comunicación de riesgos y recomendaciones, adaptándola a las nuevas generaciones y sus hábitos de consumo. La manera en que los jóvenes interpretan la información podría ser la clave para un futuro en el que la seguridad alimentaria sea prioridad y se mantenga en la conciencia colectiva de la sociedad.








