En un suceso de gran relevancia para el sector agropecuario, el Gobierno de Brasil ha anunciado la suspensión de los aranceles de importación del arroz hasta fin de año, en respuesta a las graves inundaciones que han azotado al estado de Rio Grande do Sul, el principal productor de este cereal en el país.
La medida afecta tres tipos de arroz que representaron el 91,8 % del total importado por Brasil el pasado año, según explicó Geraldo Alckmin, vicepresidente y ministro de Industria y Comercio, en sus redes sociales. Esta decisión parece ser una estrategia para garantizar el suministro y prevenir un alza de precios, ya que las lluvias torrenciales e inundaciones recientes en Rio Grande do Sul, que contribuye con el 70 % de la producción nacional de arroz, han reducido considerablemente la cantidad de grano disponible.
La intención es analizar «atentamente» los efectos de reducir a cero el impuesto de importación al arroz, un producto fundamental en la dieta brasileña, y reevaluar el período de vigencia de la exención si fuera necesario. Alckmin reiteró que con esta acción, el Gobierno actúa con decisión para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de todos los brasileños.
El mayor volumen de importaciones de arroz de Brasil corresponde al Mercosur, bloque regional compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, siendo este último en la fase final de su adhesión oficial. Con respecto a sus socios, el arancel para el arroz ya es del 0 %, pero el Gobierno brasileño remarcó el potencial para importaciones de otros orígenes, como Tailandia, que representó un 18,2 % del total importado durante los primeros cuatro meses del presente año.
La grave situación climática en Rio Grande do Sul ha llevado al caos en 464 de los 497 municipios del estado, una región agrícola e industrial fundamental que alberga el 6 % de la población total de Brasil. Las inundaciones, lluvias torrenciales y deslizamientos de tierra han causado 158 muertos, 85 desaparecidos, 806 heridos y más de 2,3 millones de damnificados hasta el momento, forzando a unos 660.000 a abandonar sus hogares y refugiarse en alojamientos temporales o en las casas de parientes y amigos.