El sector agrario español se enfrenta a una siniestralidad histórica en 2024. Propulsado por el cambio climático y episodios de sequías, heladas y granizadas, se estiman indemnizaciones que fluctuarán entre los 750 y los 800 millones de euros. A destacar que los cultivos más afectados por estos siniestros son los herbáceos, la uva de mesa y las frutas y hortalizas.
Contrariamente a estas cifras alarmantes, los datos referentes a 2024 son bastante mejores que los recogidos en 2023. El pasado año fue uno marcado por records de siniestralidad, que generaron indemnizaciones hasta los 1.200 millones de euros. Según informa Sergio de Andrés, director de Agroseguro, el 2023 fue el peor año en los 45 años de historia de la seguro agrario, sobre todo debido a una severa sequía que afectó a toda España.
Esta tendencia, sin embargo, parece estar cambiando en 2024. De momento, se registraron 1.086.580 siniestros hasta final de agosto, afectando a 1.379.519 hectáreas y generando indemnizaciones por valor de 526 millones de euros. Esto equivale a una disminución del 56% en las hectáreas dañadas y un 45% de reducción en las indemnizaciones.
Un análisis más detallado de la siniestralidad por cultivos demuestra que los herbáceos son los que acumulan más previsión de indemnización, con 123 millones, seguidos por la uva de vino, con 111 millones, y los frutales, con más de 97 millones ya previstos para este año. En cuanto a los seguros ganaderos, estos suman 920.000 siniestros, lo que supone un 84% del total pero sólo generan 62 millones en indemnizaciones, un 11% del total.
Desde Agroseguro se ha observado un creciente interés por parte de los agricultores y ganaderos en asegurar sus producciones, y se está trabajando para acelerar los trámites y pagar las indemnizaciones en el menor tiempo posible. Actualmente, el plazo de indemnización está entre 25 y 30 días desde la tasación definitiva, dependiendo del cultivo en cuestión.
No obstante, la situación dista mucho de ser ideal. Aunque los datos de 2024 son mejores que los del año pasado, el sector agrario español sigue sufriendo el impacto de la crisis climática. Las sucesivas borrascas con nombre propio como Nelson o Mónica, los episodios de granizo y la persistente sequía en el cuadrante noreste pasean una sombra sobre el campo. Con todo, la agricultura española continúa su lucha frente al cambio climático, defendiéndose a duras penas del impacto de unos eventos meteorológicos cada vez más intensos y dañinos.