El Consejo Oleícola Internacional (COI) ha hecho un fuerte llamamiento respecto al futuro mercado europeo de créditos de carbono. Resulta que el COI apunta hacia una nueva metodología, alternativa a la propuesta establecida por la Unión Europea (UE), para dar cabida en este sistema al sector del olivar.
Esta iniciativa surge de las palabras del jefe de Tecnología del Aceite de Oliva y Medio Ambiente del COI, Juan Antonio Polo, durante su intervención en el Congreso Mundial del Aceite de Oliva en Madrid. Polo ha instado a la UE a una ‘reflexión’ sobre el criterio de adicionalidad que se plantea para considerar la capacidad de secuestro de carbono en la agricultura.
Este criterio, argumenta Polo, limita el campo de mejora de sectores como el del olivar, ya que la mayoría de los olivares bien manejados quedarían fuera del esquema. Se trata, por tanto, de una necesidad imperante por replantear la metodología para el mercado voluntario europeo de créditos de carbono.
El COI se enfrenta a las metas europeas de neutralidad climática que persiguen reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 55% para 2030. Esto obligaría a duplicar las absorciones de carbono durante los próximos veinte años hasta el 2050. Para lograr estos objetivos, Polo resalta se requerirá una ‘ingente’ financiación tanto pública como privada.
De acuerdo a las visiones del COI, el olivar entra en escena como una solución ‘potencial’. Representa un bosque de 11 millones de hectáreas que bien manejado, puede ser de gran utilidad como sumidero de carbono y combatir la desertificación y erosión del suelo. Incluso, según sus múltiples cálculos, este cultivo tiene el potencial de absorber hasta 47 millones de toneladas de CO2 cada año.
El involucrar al sector del olivar dentro del proceso es una de las banderas principales del COI. Para ello ya están trabajando en el desarrollo de una metodología homogénea. Asimismo, planean presentar una propuesta a la Comisión Europea para adaptar este futuro mercado a las necesidades del olivar.
A la par, varios investigadores de las Universidades de Jaén y Córdoba han realizado análisis en torno a la capacidad de almacenamiento de carbono del olivar y la posibilidad de maximizar esta a través de gestiones en el suelo y la biomasa. Mientras, del Instituto del Olivo de Grecia se han elaborado mapas de riesgo por eventos climáticos extremos y se han seleccionado variedades más resistentes al clima.
Esta iniciativa del COI además invita a reflexionar sobre la situación de las últimas dos cosechas y la incidencia de simientes ante el cambio climático. En ese sentido, resalta la importancia de las decisiones sobre cuándo y cuánto regar, tomando en cuenta múltiples factores que pueden influir en la salud de estas explotaciones.