El sector marítimo se encuentra en alerta. Este 5 de junio, en el Día de la Lucha contra la Pesca Ilegal, se reitera la urgencia de actuar frente a un fenómeno que representa más del 20% de las capturas a nivel mundial. La problemática no solo impacta a las economías locales, sino que también plantea preocupaciones sobre el trabajo digno y la sostenibilidad de nuestros océanos.
El impacto de la pesca ilegal
La pesca ilegal tiene un impacto estimado en 26 millones de toneladas anuales y 21.000 millones de euros según cifras de la ONU. Sin embargo, lo más alarmante es la dificultad para cuantificar su alcance debido a su naturaleza ilícita. Esta actividad está asociada a bajas condiciones de seguridad y laborales, lo que ha llevado a la promoción de iniciativas normativas como el Convenio 188 de la OIT, que España ha adoptado, aunque su ratificación ha sido escasa.
A medida que nos adentramos en la conversación del día de hoy, es vital señalar las aristas más sombrías de la pesca ilegal, que van más allá del mero hecho delictivo. Historias de maltrato laboral y el acaparamiento de recursos marinos por flotas de países con regulaciones laxas son ejemplos de un fenómeno que atenta contra no solo la vida marina, sino también la dignidad humana.
La necesidad de medidas urgentes
El Consejo Consultivo de Pesca de Larga Distancia de la Unión Europea ha hecho un llamado contundente a la aplicación de medidas de "tolerancia cero" hacia la pesca ilegal. En este sentido, la vigilancia portuaria debe reforzarse en los 27 países de la UE. Aunque España ha tomado la delantera en este ámbito, hay un consenso entre ambientalistas y armadores de que otros países actúan como coladeros del pescado ilegal que finalmente termina en los mercados europeos.
Además, se ha solicitado un registro más sólido de datos que limite el uso de pabellones de conveniencia. Esto implica que los armadores no puedan matricular sus buques en naciones donde la supervisión es escasa. Este tipo de estrategias son fundamentales para evitar que se perpetúe la cultura de la ilegalidad en el mar.
La lucha de la flota atunera
Entre las flotas que enfrentan un desafío significativo se encuentra la atunera española. Esta flota ha denunciado una drástica reducción del 68% en su presencia en el Atlántico entre 2016 y 2024, en contraposición con el aumento de capturas por parte de navíos asiáticos que navegan con banderas de conveniencia. La organización Opagac, que representa a los armadores, ha advertido sobre la pérdida de rentabilidad y espacio frente a competidores con menos regulaciones.
Julio Morón, director gerente de Opagac y presidente de Cepesca, ha hecho un llamado a la Comisión Europea para una actuación más decidida y ha instado a los supermercados a considerar el origen de los productos que ofrecen, priorizando aquellos que respetan normativas "responsables."
El papel del capital inversor en la regulación
A nivel global, aunque las aguas bajo regulación de organizaciones regionales muestran avances en control, el estado actual sigue siendo alarmante en términos de sobreexplotación. Ignacio Fresco, experto de Oceana en pesca ilegal, señala que, si bien las embarcaciones de la UE están más reguladas, subsisten problemas asociados al control del capital en terceros países.
La administración española posee uno de los sistemas de control más efectivos del mundo, pero enfrenta limitaciones cuando las embarcaciones no son españolas, a pesar de que su capital puede proceder de España. Además, Fresco ha defendido la idea de un régimen sancionador que no se limite a penalizar al capitán, sino que también responsabilice al verdadero propietario de cada embarcación.
Conclusiones a considerar
La lucha contra la pesca ilegal es un llamado a la acción. A medida que avanzamos hacia la Cumbre de los Océanos del 9 de junio en Niza, es crucial que tanto gobiernos como consumidores tomen conciencia del impacto que nuestras decisiones tienen en la salud de los océanos y en la dignidad de quienes trabajan en sus aguas. Un cambio empieza con la responsabilidad individual y colectiva; cada uno de nosotros tiene la capacidad de ser parte de la solución a este problema global que afecta la vida marina y nuestras comunidades. ¿Cómo puedes contribuir tú a la sostenibilidad de nuestros océanos?








