El veto impuesto por Rusia a las importaciones agroalimentarias provenientes de la Unión Europea (UE) cumple su primera década, un hecho que ha tenido impactos notables en sectores como el de la fruta y el del cerdo.
Este veto, que tuvo lugar en pleno mes de agosto, fue una respuesta del gobierno ruso a las sanciones económicas implementadas por la UE tras la anexión unilateral de la región ucraniana de Crimea por parte de Rusia.
Las consecuencias de esta medida fueron dispares para los distintos sectores afectados. Por un lado, los productores de frutas no han logrado totalmente restaurar sus ventas, mientras que en el caso de los productores porcinos, la medida los impulsó a adoptar estrategias de diversificación de mercados.
El sector frutícola sufrió grandes pérdidas, a tal punto que las exportaciones de productos frutícolas españolas a Rusia disminuyeron drásticamente, pasando de más de 230.000 toneladas anuales hasta situarse en torno a las 50 toneladas, cantidades residuales que perviven pese al veto.
En contraparte, el sector porcino logró sortear el impacto del veto al diversificar sus ventas a nivel global. Ante el cierre del mercado ruso, productores de cerdo en España, y también en el resto de Europa, tuvieron que explorar nuevas oportunidades de mercado. Hoy en día, España exporta productos porcinos a los cinco continentes, destacándose China como un destino prioritario.
No obstante, la diversificación seguirá siendo un objetivo para este sector, considerando amenazas como la reciente investigación «antidumping» que China ha iniciado sobre la importación de cerdo comunitario.
Por parte de Rusia, el país se las ha arreglado para sustituir sus importaciones agroalimentarias al fortalecer su producción nacional y orientarse hacia otros mercados. En el caso de la fruta de hueso, por ejemplo, las exportaciones turcas han incrementado considerablemente.
Rusia ha aumentado también en un 32% su superficie nacional dedicada al cultivo de frutas y verduras durante este tiempo, con incrementos notables en la plantación de perales y manzanos.
En resumen, la década del veto ruso a los alimentos de la UE ha marcado un hito en el comercio agroalimentario internacional, con consecuencias significativas para los productores europeos, en particular los españoles, y con cambios incluso en la propia Rusia que se ha enfocado en fomentar su producción nacional.