La tapa: ¿Una rentable cortesía o un coste innecesario para el sector hostelería español?
Para muchos, la tradición del «tapeo«, ese acto tan genuinamente español de degustar pequeños bocados de comida acompañando nuestra cerveza o vino, es una parte irrenunciable de la experiencia de salir a tomar algo. No obstante, actualmente se debate si esta costumbre es realmente rentable para el hostelero o si, por el contrario, genera un coste no compensado.
Las opiniones divididas emergen con una pregunta centeal: ¿Puede una tapa incentivar suficientemente el consumo como para que el bar se beneficie económícamente? Algunos clientes consideran que las tapas deberían ser un elemento casi obligatorio en cualquier local de bebidas, mientras que otros, especialmente hosteleros, destacan que se trata de una mera cortesía, sin obligación alguna.
Este dilema no es nuevo y recientemente se avivó en redes sociales. Un influencer, conocido como @soycamareroo, subió una imagen de un local que ofrecía un pequeño cuenco de frutos secos para seis bebidas hipotetizando sobre si esto era correcto o no. Esta interesante reflexión originó un intenso debate entre sus seguidores.
En términos estrictamente financieros, el coste de la tapa se puede calcular en base a varios ejemplos. Si consideramos una caña de cerveza, la bebida que acompaña a la tapa por excelencia, un barril de 30 litros puede resultar en un coste de 66 céntimos por caña al bar, frente a un precio de venta al público de, como mínimo, 1,50 euros.
En el caso de que se sirva esta caña con tres miniempanadillas de atún, su coste aproximado sería 11 céntimos. Si la opción es servir 40 gramos de patatas bravas, ese coste aumentaría a aproximadamente 24 céntimos, y si se ofrecieran 40 gramos de aceitunas aliñadas, sería de unos 23 céntimos.
Por ende, el beneficio obtenido por el tabernero siendo de 85 céntimos por caña, se reduciría entre 61 y 74 céntimos si decide ofrecer tapa. Con estos márgenes, la verdadera interrogante queda aún sin resolver: ¿Merece la pena ofrecer aperitivo? Posiblemente, la verdadera clave resida en conocer si esta práctica puede incentivar el consumo e incluso mejorar el reconocimiento y la reputación del local entre los consumidores. Esta, y no otra, podría ser la auténtica rentabilidad de la tan querida tapa española.