En el sector vitivinícola español se vive un entorno de expectativas moderadas, tras dos ciclos inferiores a los esperados. La previsión para la vendimia de este año, según las organizaciones agrarias, es de una cosecha «normal», estimada en torno a los 38 y 39 millones de hectolitros. Estas cifras contrastan con el rendimiento obtenido durante la difícil vendimia de 2023, donde se registró una producción de apenas 32 millones de hectolitros, afectada severamente por la sequía.
El sector vitivinícola, mayoritariamente agrupado en entidades como Cooperativas Agro-alimentarias, Asaja, COAG, UPA y Unión de Uniones, mantiene su optimismo frente a este ciclo. Destaca la perspectiva de Cooperativas Agro-alimentarias, que aventura una producción de 39,7 millones de hectolitros para esta vendimia, suponiendo un aumento del 20% respecto al año anterior.
Por su parte, Fernando Ezquerro, presidente del Consejo Sectorial Vitivinícola de Cooperativas, sostiene que la cosecha será normal, rondando los 39 millones de hectolitros. Sin embargo, añade que esta previsión podría variar en función de las condiciones climatológicas del período de vendimia, que se espera se prolongue hasta mediados de octubre. En palabras de Ezquerro, ‘es una vendimia más tardía que en los años previos, más normal’, apuntando además a la buena calidad de las uvas y a los beneficios del clima fresco reciente para la madurez final de la uva.
Entre las estimaciones de las demás entidades agrarias, también destaca la Unión de Uniones, que proyecta una cosecha de 38 millones de hectolitros. Aunque se ha registrado daño en algunas zonas debido a las recientes tormentas, también se ha observado que las precipitaciones han favorecido a la vid en otras regiones.
La problemática no radica, no obstante, en la producción. Alejandro García-Gasco de la UPA menciona que la cuestión de fondo es el deterioro del mercado interior, particularmente en los vinos tintos, debido a la disminución del consumo y los escasos precios de la uva que impactan negativamente la rentabilidad del agricultor. Ante esto, propone que el sector vitivinícola se adapte a los cambios del mercado y del consumidor, introduciendo variantes de vino más delicadas, frutales o sin alcohol para incentivar el consumo.