El Gobierno francés ha expresado una firme oposición al acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, advertiendo a la Comisión Europea que para su adopción, deberá ser sometido al voto de cada uno de los parlamentos de los Veintisiete miembros. La resistencia a este pacto es unánime entre los partidos políticos franceses, quienes consideran que sus implicaciones podrían ser nocivas para el sector agrícola en el país.
Impacto en la agricultura francesa
Durante un reciente debate en la Asamblea Nacional, la ministra de Agricultura, Annie Genevard, destacó los potenciales efectos adversos que este acuerdo podría tener sobre la agricultura francesa, especialmente en sectores cruciales como la carne de vacuno, el pollo y la producción de azúcar. Este argumento fue uno de los pilares del debate, en el que se enfatizó que la agricultura no debe ser nunca una variable de ajuste. Genevard subrayó que la oposición a este tratado se basa en un criterio de pragmatismo, no de dogmatismo; es decir, el país no rechaza los acuerdos de libre comercio en términos generales, sino que tiene motivos concretos para oponerse a este en particular.
El voto de la Asamblea Nacional
Todos los partidos franceses manifestaron su rechazo a este acuerdo alcanzado en 2019, aunque cada uno mantuvo posturas distintas que se reflejaron en el voto sobre la resolución presentada por el Gobierno. Al final, 484 diputados apoyaron la resolución, mientras que 70 se opusieron. Sin embargo, esta votación no debe interpretarse como un apoyo del bloque minoritario hacia un marco de libre comercio con Mercosur, ya que su oposición se fundamenta en aspectos específicos de este acuerdo.
Genevard también advirtió sobre un "riesgo real" de que el acuerdo pueda llegar a concretarse en los términos que plantea la Comisión Europea y que tal como está planteado, resulta inaceptable para Francia. Una de las principales preocupaciones radica en la posibilidad de permitir un aumento significativo de importaciones agrícolas desde países como Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay, donde las regulaciones sobre el uso de fitosanitarios y antibióticos para la crianza del ganado son menos estrictas que en la UE.
Mensaje claro a Bruselas
La ministra del Comercio Exterior, Sophie Primas, también ha sido vocal en este tema, reafirmando la necesidad de que la Comisión Europea reciba un mandato claro por parte de los Estados miembros. A su juicio, se requiere un voto de unanimidad para avanzar en las negociaciones de este acuerdo y cambiar este procedimiento sería "inaceptable". Primas celebró que otros países, como Polonia, se hayan alineado con la postura francesa en contra del acuerdo, lo que señala una posible fricción entre varios Estados miembros de la UE.
Este debate se continuará en el Senado, donde se espera que también se pronuncien sobre el mismo tema. La señal enviada desde ambas cámaras del parlamento será crucial para hacer eco de la opinión mayoritaria de los ciudadanos franceses frente a este tratado comercial.
Tramitación del acuerdo
El acuerdo de libre comercio, como el que se ha establecido con Mercosur, debe ser aprobado en el Consejo de la Unión Europea. Para cumplir con esto, se requiere de un voto por mayoría cualificada, lo que implica que Francia, al ser una sola nación, no podría bloquearlo por sí misma. Posteriormente, este texto se presentaría al Parlamento Europeo, donde bastaría con una mayoría simple para su aprobación, lo que plantea un reto adicional para la oposición francesa.
Uno de los puntos críticos en esta discusión es si el acuerdo debe ser revisado por cada parlamento nacional o no. La posibilidad de que Bruselas decida escindir el acuerdo en dos partes, donde la sección comercial no necesite la validación de cada estado miembro, abre una puerta que podría eludir el rechazo sistemático que plantea Francia.
Francia ha comenzado a articular una coalición en contra de este acuerdo, buscando el apoyo de al menos tres países que representen más del 35 % de la población de la UE para poder tener un efecto real en las negociaciones. Por el momento, Polonia e Italia han expresado posturas similares en defensa de sus intereses agrícolas.
En medio de este mar de opiniones y negociaciones, surge un reto inminente tanto para el sector agrícola francés como para las instituciones de la UE. El futuro de la agricultura europea depende de decisiones que, en este momento, están en manos de negociadores en Bruselas, pero que tienen profundas repercusiones para los agricultores en los campos de Francia y más allá. Por lo tanto, el desenlace de este asunto se observa con atención, ya que no solo afecta a los acuerdos comerciales, sino que podría redefinir la política agrícola en el continente.