En el ámbito de la investigación agraria, dos caras femeninas destacan por su perseverancia y dedicación: Ana de Castro, reconocida por su contribución a la agricultura de precisión como científica joven, y Ana Torres, con más de 30 años de experiencia en la mejora genética de leguminosas.
De Castro, a la edad de 43 años, recuerda el desafío que supuso el inicio de su carrera científica debido a la alta competencia en el sector. Sin embargo, su determinación la llevó a abrirse paso en el competitivo mundo de la agricultura digital, predominantemente masculino. La científica se especializa en tecnologías geoespaciales combinadas con la inteligencia artificial para identificar malezas y enfermedades en los campos agrícolas, lo que resulta en una gestión más eficiente.
En cuanto a Ana Torres, ha centrado su investigación en el mejoramiento genético de leguminosas, fundamental para garantizar una agricultura sostenible. Además, participa en el desarrollo de mapas genéticos y marcadores de calidad para mejorar los rendimientos de los cultivos y aumentar su resistencia a plagas y enfermedades.
Pero no todo fue siempre ventajoso para estas dos científica en su trayectoria. El camino no estuvo exento de obstáculos. El más comúnmente reportado en las encuestas es la falta de conciliación, que afecta de manera desproporcionada a las mujeres científicas y su retención en el campo.
Ambas han tenido la oportunidad de formarse en respetadas universidades norteamericanas. De Castro en la Universidad de Florida y Torres en las universidades de Cornell y Davis respectivamente. Destacan de manera especial el apoyo y la guía que recibieron de mentores, ya fuera durante sus estudios de tesis o durante sus primeros pasos en la investigación.
Para Torres, las dificultades continuaron incluso después de haberse establecido en el campo. Tardó varios años en conseguir un puesto permanente y es consciente de que muchos jóvenes investigadores brillantes están en la misma situación hoy en día.
El tema de la igualdad es fundamental para las dos científicas. Para ellas, es importante que las mujeres sean visibles en la ciencia, pero también que se les ofrezcan las mismas oportunidades que a los hombres. Como señala De Castro, esto no se trata solo de reservar puestos para mujeres, sino de garantizar una distribución equitativa de roles y responsabilidades.