La siniestralidad del seguro agrario en 2024 ha sido un tema de gran relevancia para el sector agrícola. Durante este año, se ha alcanzado un total de 712 millones de euros en indemnizaciones, un dato significativo que destaca la vulnerabilidad de esta economía ante las condiciones climáticas adversas. Esta cifra, aunque alta, se ha alejado de los niveles récord registrados en 2023, cuando la sequía tuvo un impacto devastador en las cosechas.
Impacto de las condiciones climáticas
Los eventos climáticos han jugado un papel crucial en los daños registrados este año. Las heladas que impactaron entre enero y marzo y los efectos prolongados de la sequía han causado estragos en varias producciones. Por ejemplo, las heladas afectaron especialmente a frutales, cítricos y hortalizas en el área mediterránea. Las pérdidas asociadas a estas heladas se estiman en 79 millones de euros. Además, los daños por sequía han sido significativos, con un costo de 115 millones de euros, reflejando un patrón que se repite por tercer año consecutivo debido a la escasez de precipitaciones.
Indemnizaciones específicas y sectores afectados
Las indemnizaciones por tormentas de pedrisco, viento y lluvia también han dejado su huella, sumando un total de 261 millones de euros. En particular, los efectos de una dana que se registró en Valencia a finales de octubre representaron 60 millones de euros en indemnizaciones. Los sectores más afectados han sido los cultivos herbáceos, la uva de vino, frutales, hortalizas y cítricos, destacando unos montos de 123 millones de euros para cultivos herbáceos y 105 millones para uva de vino.
Durante el año, Agroseguro ha gestionado un impresionante total de 118.000 siniestros agrícolas y 103.000 siniestros pecuarios, lo que lleva a un total de 1,66 millones de hectáreas afectadas. Este conjunto de cifras nos ofrece una visión clara de la magnitud de los desafíos que enfrenta la agricultura en la actualidad.
Perspectivas a futuro y reflexión final
Es importante reflexionar sobre cómo estas cifras no son solo números, sino la representación de la realidad que viven miles de agricultores cada día. El clima, con sus caprichos, continúa siendo un factor decisivo para la rentabilidad y la sostenibilidad del sector agrícola. Sin duda, los acontecimientos de 2024 resaltan la necesidad de estar mejor preparados ante eventos climáticos extremos. En un contexto donde las condiciones agrícolas son cada vez más inciertas, se plantea un desafío significativo para el presente y futuro de la agricultura. Estas condiciones adversas hacen que los agricultores se enfrenten no solo a pérdidas económicas, sino también a la incertidumbre sobre el futuro de sus cosechas y cultivos. Se abre la pregunta sobre cómo estos trabajadores pueden asegurar su sustento en un entorno tan volátil y qué medidas podrían implementarse para mitigar estos riesgos en el futuro.








