En la reciente ola de protestas por parte de los agricultores europeos frente a las políticas ambientales y comerciales, los agricultores del Mercosur no pueden evitar sentir tanto empatía como preocupación. Con tres décadas de negociaciones en curso para la firma de un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE), un resurgimiento de tensiones podría conllevar el riesgo de un nuevo estancamiento definiendo el futuro del séctor agroindustrial en Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia.
Las organizaciones agropecuarias de dichos países apoyan el pacto entre los bloques, a pesar de que las protestas europeas, presente en países como Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos y España, podrían indicar un rechazo a las regulaciones ambientales cada vez más estrictas. Desde el Mercosur, se resalta el descontento con las «exigencias medioambientales inaceptables» que la UE pretendía agregar al acuerdo original, con miras a la entrada de sus importaciones agrícolas al espacio europeo.
Si bien se contempla la posibilidad de que el acuerdo finalmente caiga, las entidades del Mercosur insisten que el pacto solo será fallido si alguna de las partes explicita su desinterés, lo que aún no ha ocurrido. En juego, se encuentran los beneficios de una zona de libre comercio de 800 millones de consumidores, con la UE como segundo destino de las exportaciones del Mercosur, superado solo por China. En 2023, se calcula que el volumen de mercancías licitadas entre ambos bloques superó los 100.000 millones de dólares.
Los efectos tendrán un alcance considerable. Por un lado, los agricultores europeos demandan igualdad de reglas fitosanitarias y ambientales para los productores del Mercosur, argumentando una posible pérdida de competitividad interna. Por otro, los productores argentinos temen un rechazo generalizado a sus exportaciones en Europa. En países como Paraguay, se percibe una defensa a ultranza de la soberanía y un rechazo a la «imposición» de regulaciones extranjeras. Como colofón, las tensiones políticas han llevado a que Uruguay ponderare abrir negociaciones con China, siendo este el principal destino de sus exportaciones, y a que Bolivia valore la posibilidad de un acceso preferente a un mercado con alto poder adquisitivo.
En definitiva, se está presenciando un entorno inestable, donde lo prioritario es tratar de equilibrar las responsabilidades ecológicas con las necesidades comerciales de ambos bloques sin que la industria agrícola sufra más contratiempos.