La revolucionaria transformación de la sal marina en la industria alimentaria
La industria alimentaria vive un inesperado protagonismo de la sal marina, un antiguo condimento que ahora atrae al paladar y al ojo. Varias formas de sal, como la flor de sal, las escamas, las sales aromatizadas e incluso con carbón vegetal, han ido emergiendo, aportando una revitalización al sector que destina un 50% de su producción para alimentación.
La sal marina empieza a jugar un papel clave en la presentación de algunos productos alimenticios, como las bolsas de patatas fritas. Ahora se comercializa con empaques diferentes para el consumo doméstico, estos resaltan las características peculiares de las distintas variedades de sal.
El acontecimiento se ve respaldado con datos de la Asociación de Salinas Marinas (Salimar), entidad que alberga las grandes salineras de España, que en total superan el 85% del mercado salinero español. Durante 2023, estas empresas produjeron 907,000 toneladas de sal, lo que les reportó una facturación de 81 millones de euros.
Sale a luz cómo la sal marina está dejando su pasado como un ingrediente «invisible» en los alimentos para convertirse en un elemento que destaca, atrae e impresiona. La modernización del uso de la sal en la cocina ha traído como efecto una revalorización del producto que normalmente no presenta grandes cambios.
De la producción total de sal destinada a la industria alimentaria, un 10% se destina a la venta en tiendas y supermercados. El resto se utiliza en diversas actividades de procesamiento de alimentos como la salazón, principalmente en productos como la anchoa y el jamón.
La valiosa flor de sal es uno de los componentes que ha contribuido a la diferenciación de los tipos de sal. Sus copos, recolectados a mano en las salinas, brindan una experiencia culinaria única al deshacerse de forma sutilmente en el paladar.
Respecto a la influencia de la sal en la salud, la portavoz de las salineras indica que se debe seguir la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de consumir 5 gramos de sal por persona al día. Advierte que la falta de regulación homogénea a nivel europeo sobre la sal «oculta» en los alimentos es un problema a abordar.
Finalmente, las exportaciones representan del 20% al 25% de la producción total de sal. A pesar de que en los últimos años se incrementó la capacidad de exportación de algunos productores, las exportaciones siguen siendo una tarea compleja debido a los costos de logística y transporte en comparación con el bajo precio de la sal.