El desafío de la seguridad alimentaria frente al cambio climático y el crecimiento de la población
El panorama actual de la humanidad, caracterizado por un constante crecimiento poblacional y un planeta mostrando evidentes signos de una crisis climática, plantea un desafío crítico: Garantizar la seguridad alimentaria. Expertos, como el director del Instituto de Sistemas Alimentario de la Universidad de Nottingham, Jack Bobo, defienden que este reto puede ser superado a partir de 2050, cuando la tendencia de crecimiento poblacional revierta.
La innovación y la eficiencia en la agricultura y el sector agropecuario son fundamentales para afrontar este desafío. Datos relevantes nos recuerdan la enormidad de este problema: el 70% del agua del planeta se utiliza para la agricultura, una actividad que además es responsable del 25% de los gases de efecto invernadero. Debido al crecimiento poblacional, se estima que será necesario un 25% más de alimentos para una población que pasará de los 8000 millones actuales a 9500 millones en 2050.
Sin embargo, Jack Bobo destaca que tras este punto de inflexión demográfico, la presión por aumentar la producción alimentaria debería disminuir. Antes, es imprescindible llegar a 2050 priorizando el cuidado y manejo sostenible de los recursos. En este sentido, la evolución y la innovación deben acelerar el paso para conseguir producir más con menos.
Por otro lado, Gustavo Manrique, ex ministro de Ecuador y recientemente elegido embajador de Buena voluntad del Instituto Americano de Cooperación en la Agricultura, apunta que el crecimiento poblacional ha generado una enorme presión sobre los ecosistemas, causando pérdida de biodiversidad y destrucción de hábitats naturales. Este fenómeno, junto con el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos, conforma la conocida como triple crisis planetaria, que sitúa a la especie humana en riesgo.
Ambos expertos coinciden en que nos encontramos en un momento crucial para el futuro del planeta y, en particular, la seguridad alimentaria. Somos la primera generación que está experimentando los efectos del cambio climático y, a la vez, la última que tiene la oportunidad de hacer algo al respecto. Es precisamente en este contexto de crisis compartida donde radica la importancia de la innovación y el compromiso para garantizar la seguridad alimentaria de una humanidad en crecimiento.








