Las bodegas submarinas han encontrado en las aguas de España una nueva forma de producir vino, transformando caldos que antes se elaboraban en la superficie en productos exclusivos y de lujo. Desde las profundidades del mar, este innovador proceso lleva los vinos a las mejores mesas, gracias a técnicas que incluyen una maceración en oscuridad total y la influencia de corrientes marinas.
El Mediterráneo, la cuna de los vinos submarinos catalanes
En la región del Mediterráneo, Bodega del Mar se ha destacado por su enfoque pionero. Ubicada en el municipio de Vilella Alta, Tarragona, esta bodega fue fundada en 2021 por Marión Hug y Manuel López. Su producción comenzó tímidamente con alrededor de 60 botellas anuales, pero actualmente ya generan 400 botellas por ejercicio.
A tan solo 25 metros bajo el mar, su bodega submarina está expuesta a condiciones únicas. Las corrientes marinas y la presión ambiental crean “microvibraciones” que modifican el proceso de maduración del vino. Hug explica que, aunque se experimentan condiciones similares a las de una bodega convencional, como la temperatura constante de 13 grados y la obscuridad, la crianza submarina permite que el vino «integra más los taninos» y evoluciona de manera mucho más rápida, resultando en caldos «más redondos y complejos».
Unas 20.000 botellas anuales criadas en el Cantábrico
Crusoe Treasure es otro jugador clave en el mundo del vino submarino, con una historia que comenzó hace 15 años en el mar Cantábrico, cerca de la bahía de Plentzia, Vizcaya. Fundada por Borja Saracho, la bodega se ha adaptado a las condiciones únicas que ofrece el mar, donde la temperatura y la presión son similares a las de una bodega tradicional.
El proceso de crianza de Crusoe Treasure se beneficia de factores como la oscuridad constante y las mareas, que generan cambios de presión continuamente. Saracho señala que esto produce un entorno completamente diferente al de cualquier bodega convencional, donde las partículas de oxígeno que entran a la botella ayudan a crear vinos «muy distintos, sedosos y suaves» con una producción que, en cifras, representa unas 20.000 botellas por año.
Bodega submarina hasta 2046 en Calpe
Elixsea, project que nació en 2016, también se ha aventurado en el ámbito del vino submarino desde su primera producción en Cataluña en 2020. Actualmente se ha trasladado a Calpe, Valencia, donde cuenta con una concesión de bodega submarina que se extiende hasta 2046. Mariona Alabau, cofundadora del proyecto, destaca que el movimiento constante de las botellas en el agua y la “microgravedad” del mar contribuyen a un cambio real en el proceso de maduración.
Aunque su producción inicial era de 1.800 botellas, Elixsea ha crecido hasta elaborar entre 7.000 y 9.000 botellas anuales, dependiendo de la demanda. Hasta hace un año, el 95 % de sus ventas se dirigían a mercados internacionales como Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, y han logrado mantener su presencia a pesar de las tensiones comerciales recientes.
Desafíos y oportunidades en la crianza submarina
A medida que la tendencia del vino submarino gana terreno, las bodegas se enfrentan a diversos desafíos y oportunidades. La sostenibilidad juega un papel fundamental, y muchas de estas bodegas no solo están comprometidas con la producción de vino, sino que también generan reservas artificiales en el mar, contribuyendo a la biodiversidad marina. Por ejemplo, Crusoe Treasure ha censado unas 500 especies en su entorno.
A través de estas prácticas, el mar no solo concluye el trabajo iniciado en la tierra, sino que también abre un nuevo capítulo en la historia del vino, apuntando hacia un futuro lleno de innovación. ¿Estamos ante una revolución en la producción vitivinícola? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que es seguro es que la fusión de la tradición con la modernidad en el mundo del vino submarino está creando un camino emocionante hacia adelante.