En un contexto dominado por la fluctuación de precios, es enriquecedor aprender que el coste del aceite de oliva experimentó un descenso del 1,7% en agosto, extendiendo a cuatro meses su tendencia a la baja. En este escenario, dos factores han jugado un papel determinante: la suspensión temporal del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y la caída en la cotización en origen.
La iniciativa del Gobierno de eliminar el IVA para el aceite de oliva desde julio, como una de las estrategias de contención de la inflación, se destaca como una de las principales causas del descenso en sus precios. Otra razón reside en la disminución de los precios en origen, probablemente reflejando la perspectiva de una cosecha más abundante en comparación con anteriores.
Ahora bien, a pesar de que el aceite de oliva se ha abaratado mensualmente desde mayo según el Índice de Precios de Consumo (IPC), todavía es un 25,1% más caro que hace un año, apreciándose un 1,9% en los primeros ocho meses del 2022.
Por otro lado, de acuerdo al observatorio de precios de Infaoliva, el aceite de oliva virgen se comercializa actualmente en origen a 6,9 euros por kilo, lo que implica una disminución del 20% respecto a los 8,7 euros por litro registrados a comienzos de 2022.
No obstante, se debe tener en cuenta que diversas organizaciones agrarias han alertado acerca de futuras tensiones en el mercado a raíz de una menor cantidad de aceite de esta campaña y la escasez de lluvias suficientes para la próxima recogida que comienza el próximo octubre.
A pesar del descenso general en los precios, las ventas siguen siendo sólidas, con Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) reportando 88.000 toneladas de aceite de oliva vendidas en agosto, un 5% más que en el mismo periodo del año pasado. Por lo tanto, más allá de las fluctuaciones en los precios y las previsiones del clima, el aceite de oliva continuará siendo un producto estrella tanto en el consumo interno como en las exportaciones.








