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Cómo adaptar las explotaciones agrícolas para reforzar la seguridad del seguro agrario en 2023

En el fluctuante panorama del seguro agrario español, el impacto del cambio climático ha marcado un antes y un después, poniendo a prueba la robustez y adaptabilidad de este sistema. La situación, lejos de ser un bache pasajero, ha expuesto la imperiosa necesidad de replantear metodologías y estrategias para asegurar la sostenibilidad y eficacia del seguro agrario frente a los desafíos inminentes. Con una siniestralidad que ha escalado a cifras récord, las alarmas están encendidas, no solo por la salud financiera del sistema sino también por el futuro de las explotaciones que dependen crucialmente de este soporte.

La sostenibilidad del seguro agrario, en la cuerda floja, ha sido el clamor unánime de los expertos reunidos en recientes foros sectoriales. Con una siniestralidad disparada por fenómenos extremos, el equilibrio entre las primas y las indemnizaciones se torna vulnerable, colocando en jaque la viabilidad del modelo actual. Las cifras hablan por sí solas, con indemnizaciones que en años recientes han pulverizado todos los registros anteriores, evidenciando la magnitud del reto que enfrenta el sector.

La adaptación se perfila como el faro en esta tormenta. Las propuestas para reformar el sistema van desde la revisión de las tarifas y coberturas hasta la incorporación de tecnologías avanzadas para una mejor predicción y gestión de riesgos. Pero donde hay consenso es en la premisa de que la adaptación no puede ser únicamente un mandato para las aseguradoras; *las explotaciones agrarias deben, igualmente, transformarse*. La recalibración de prácticas culturales, la selección de variedades más resilientes y la incorporación de técnicas de manejo sostenible son piezas angulares en esta estrategia de adaptación doble vía.

Los peritos agrícolas, en tanto, emergen como figuras clave en este escenario complejo. Su labor va más allá de la mera tasación de daños; son el puente de confianza entre el agricultor y la aseguradora, y su expertise resulta vital para afinar los mecanismos de evaluación y compensación. En este contexto, su formación continua y especialización en nuevas metodologías de evaluación son imperativos ineludibles para elevar la precisión y eficiencia del sistema.

Frente a un horizonte de incertidumbres, el mensaje es claro: la adaptación y la innovación deben ir de la mano para fortalecer el seguro agrario. La colaboración entre todos los actores del sistema, desde las autoridades reguladoras hasta las explotaciones y los peritos, es fundamental para diseñar un futuro resiliente para la agricultura española. La tarea no es menor, pero la urgencia y la importancia del sector agrario para la economía y la sociedad demandan acciones concretas y decididas. La viabilidad futura del seguro agrario depende, irremisiblemente, de nuestra capacidad colectiva para anticipar, adaptar y actuar.

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