En una reciente reunión de los ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE), se ha producido un bloqueo referente al futuro de la agricultura en el bloque comunitario. El obstáculo surgió a raíz de la oposición de Rumanía y la abstención de Eslovaquia a la aprobación de las conclusiones propuestas.
La base del desacuerdo radicaba en el tema de la convergencia externa en los pagos directos de la Política Agrícola Común (PAC). Este mecanismo implica una reducción en el nivel de ayudas directas a los países menos ricos del club comunitario, en su mayoría pertenecientes al este del bloque.
Rumanía, que encabezó la oposición al texto, se muestra contraria a esta medida, mientras que Eslovaquia decidió abstenerse. Este panorama resultó en la aprobación del texto por parte de veinticinco Estados miembros, pero su bloqueo por falta de consenso.
El ministro de Agricultura belga, David Clarinval, que preside este semestre el Consejo de la Unión Europea, explicó que el texto de las conclusiones «reconoce el papel esencial del sector agrícola en la garantía de seguridad alimentaria y autonomía estratégica».
Asimismo, el texto considera numerosos retos de la agricultura tales como el cambio climático, tensiones geopolíticas, rentabilidad y carga administrativa. El mismo también subraya la importancia de la innovación y la investigación para afrontar los desafíos futuros.
Otro elemento resaltante es la necesidad de asentar medidas para simplificar los procedimientos administrativos. Se aborda también la crucialidad del relevo generacional en el campo y se hace hincapié en la importancia de asegurar ingresos justos para los agricultores, así como en mejorar su posición en la cadena de suministro alimentario.
Las conclusiones también apuntan a la UE como exportador neto de productos agroalimentarios, resaltando la importancia de garantizar un sistema comercial justo, abierto y basado en reglas, así como condiciones de competencia justas.
En última instancia, se invita a la Comisión Europea a actualizar regularmente su evaluación sobre el impacto de los acuerdos de libre comercio en el sector agrícola y a examinar el efecto de la ampliación de la Unión para «preparar al sector agrícola ante ese proceso».
La divergencia en las perspectivas demuestra la compleja tarea de conciliar los intereses de las naciones miembro en torno a la agricultura, un sector clave para la economía y seguridad de la UE.