El sector agropecuario de Brasil ha sufrido pérdidas devastadoras debido a los incendios acaecidos en varias regiones entre junio y agosto de este año. Se estima que los daños económicos alcanzan los 14.762 millones de reales (aproximadamente 2.700 millones de dólares / 2.400 millones de euros), según los informes de las autoridades.
Los informes de la Confederación de Agricultura y Pecuaria de Brasil (CNA) revelan que los incendios han impactado a unas 2,8 millones de hectáreas de propiedades rurales durante estos meses, focalizándose en actividades relacionadas con el ganado vacuno y la caña de azúcar.
Las mayores pérdidas se registran en áreas destinadas al pastoreo de ganado y al cultivo de la caña de azúcar, con daños monetarios que suman unos 10.800 millones de reales (casi 2.000 millones de dólares). Las regiones más castigadas por el fuego son São Paulo, Mato Grosso, Pará y Mato Grosso do Sul, estas tres últimas albergan parte de la Amazonía y del Pantanal, el mayor humedal del planeta.
La rápida propagación del fuego se debe también a la grave sequía que azota a Brasil, considerada la peor desde 1950. En la Amazonía, esta crisis hídrica ha bajado los niveles de varios ríos a puntos históricamente bajos, aislando a numerosas comunidades rurales que dependen del transporte fluvial.
Según datos oficiales, la Amazonía brasileña registró 63.189 focos de incendio entre enero y agosto de este año, duplicando la cifra del mismo período en 2023. El Gobierno de Brasil sospecha que la mayoría de los incendios han sido provocados por acción humana, situación etiquetada como «terrorismo climático» por la ministra de Medioambiente, Marina Silva.
Ante la emergencia, las autoridades brasileñas han autorizado la intervención del Ejército, la Marina y la Aeronáutica para combatir los incendios en la Amazonía. A pesar de ello, las críticas no se han hecho esperar, apuntando a la tardanza del Ejecutivo en responder a esta crisis climática.








