La disciplina de la arqueología agraria está adquiriendo cada vez más presencia en la sociedad. A través del estudio del subsuelo de los campos de cultivo, se buscan rastros y señales que puedan ofrecer información sobre cómo ha sido la evolución y la importancia del sector primario en la historia de la humanidad. Dentro de este campo del conocimiento, la evidencia física del pasado ofrece valiosas lecciones que pueden resultar relevantes para la agricultura actual.
El grupo Llabor, ubicado en Asturias, lleva 13 años realizando excavaciones en distintos campos de cultivo y terrazas agrarias con el objetivo de entender el sistema de producción aplicado en estas fazendas. Estas excavaciones han evidenciado, por ejemplo, la evolución en la que estos terrenos cambian sus cultivos a lo largo del tiempo, desde su uso para la producción de maíz o trigo a otros usos.
Otra metodología recurre a la arqueobotánica, que permite analizar restos carbonizados o mineralizados de semillas, frutos o polen. Esta línea de investigación busca la ‘huella arqueológica’ de los sistemas agroalimentarios del pasado, dando luces sobre los cultivos, tareas agrícolas o herramientas implementadas anteriormente.
Escudriñar los fragmentos de recipientes de cerámica puede ser también muy enriquecedor. Estos utensilios cotidianos pueden contener residuos mineralizados que dan indicios sobre los alimentos y bebidas que se consumían en la antigüedad. Es así como se ha descubierto, por ejemplo, la primera evidencia del consumo de cerveza en la península ibérica, datada en el año 1200 antes de Cristo.
El estudio de la ‘huella arqueológica’ del pasado agrícola no se limita sólo a los cultivos, sino que también incluye el examen de algunas herramientas agrícolas vinculadas con la producción rural, como las pequeñas azuelas en piedra pulimentada, cuyo uso fue esencial en la ecología del paisaje.
Las conclusiones derivadas de estas investigaciones destacan el papel fundamental del sector primario en las dinámicas de subsistencia, desarrollo y sostenibilidad de las comunidades humanas. Por ejemplo, los estudios realizados por el laboratorio de Arqueología Biocultural (Memolab) señalan la eficiencia de los sistemas de regadío históricos, muchos de los cuales hoy en día siguen funcionando.
Por tanto, queda patente la relevancia actual del trabajo que aporta la arqueología agraria, subrayando el hecho de que para entender totalmente el presente y proyectar un futuro con bases sólidas, es necesario mirar al pasado, investigar y aprender de él.