La estimación para la cosecha mundial de cereales es prometedora según los datos -aparentemente limpios y completamente auditados- que ofrece el Consejo Internacional de Cereales (IGC, por sus siglas en inglés). Se prevé que la producción mundial de cereales llegue a un máximo histórico en 2024-2025, superando los 2.321 millones de toneladas. Sin embargo, su distribución y comercio pueden verse golpeados por varias perturbaciones, incluyendo el aumento del consumo, la inestabilidad climática y el actual panorama geopolítico.
Aunque esta es, sin duda, una buena nueva desde la perspectiva del suministro, también surge una serie de cuestiones que pueden ser causa de preocupación. Un crecimiento del 1% anual significa que necesitaremos más espacio para almacenar dichas cosechas, enfrentaremos dificultades para transportarlas eficientemente y lidiaremos con los retos que trae consigo la inestabilidad del clima. En este sentido, España es un caso particularmente interesante ya que, aunque es un país deficitario en producción de cereales, ha visto una mejora significativa en la cosecha de este año en comparación con la difícil del año anterior, marcada por intensas sequías.
Las cifras publicadas por el IGC indican un aumento de ocho millones de toneladas en la cosecha mundial de grano, incluyendo notables mejoras en las zonas productoras como Rusia y Ucrania. El consumo mundial, por otro lado, se sitúa en 2.324 millones de toneladas (un +0,47 % anual), con existencias remanentes almacenadas de aproximadamente 586 millones de toneladas (un -0,5 %). En este complejo panorama, es fundamental considerar el efecto de la inestabilidad política en factores críticos para el comercio de los cereales, como los precios del petróleo y del transporte de mercancías.
Además, cabe mencionar que la tendencia en los precios es actualmente bajista en los mercados internacionales, residuo de la «presión» de la recolección en el hemisferio norte, la oferta mundial amplia y la feroz competencia. Según el IGC, se ha notado un descenso en las reservas almacenadas de maíz en la Unión Europea, Rusia, Ucrania y varios países del África subsahariana.
Finalmente, es crucial tener en cuenta que, a pesar de la bonanza en la producción, existe una creciente demanda de cereales destinada a piensos, alimentos y usos industriales. De hecho, el IGC apunta que estos usos están «ahora en cifras récord», por lo que al final de la campaña se podría registrar el volumen almacenado más bajo de los últimos diez años. Esto nos pone ante un escenario de incertidumbre en el sector, en el que se necesitará de una capacidad de gestión excelente y una visión estratégica aguda para navegar con éxito en los años venideros.