De las compañías de teatro itinerantes a la representación de los más grandes clásicos, el verano no solo embellece la España rural con sus escenarios naturales sino también a través de la rica propuesta cultural que atrae tanto a propios como a foráneos de visita. Festivales, conciertos y una multiplicidad de citas culturales convierten a los pueblos en auténticos epicentros de la actividad teatral.
Un buen ejemplo de ello es Almagro, una joya de la provincia de Ciudad Real y enclave histórico de Castilla-La Mancha. Durante todo el mes de julio, esta ciudad de cerca de 9.000 habitantes se reviste del espíritu del teatro clásico. La cita, conocida como Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, viene celebrándose desde 1978 y goza de prestigio reconocido tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, como acredita su Medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes.
Otra propuesta itinerante, pero ciertamente innovadora es «Teatro sobre ruedas». Un proyecto que busca llevar las artes escénicas a lugares donde usualmente no llegan, como pequeños núcleos rurales que se convierten en plataformas artísticas. Notablemente, uno de los principales focos de este proyecto reside en potenciar la presencia y en dar visibilidad al papel de la mujer en estas representaciones.
Además de Almagro y «Teatro sobre ruedas», la cultura fluye a través de la representación teatral en otros pueblos de nuestra geografía. Es el caso de Olmedo, un pequeño municipio de Valladolid que, durante el verano, acoge el Festival Olmedo Clásico. Allí, las representaciones inundan la vida de sus 3.500 habitantes. Del mismo modo, Fuente Obejuna, localidad cordobesa conocida por ser musa de Lope de Vega, funde historia y arte durante su propio Festival de Teatro Clásico.
En resumen, las zonas rurales viven su propia revalorización cultural, transformando sus plazas, sus parques y sus espacios emblemáticos en improvisados escenarios sobre los que resuena el eco de los grandes clásicos. Siendo este uno de los grandes atractivos turísticos, demuestran una vez más que el teatro y la cultura no entienden de límites geográficos.