En torno a las bondades de la Dieta Mediterránea
En el marco del XIV Congreso Internacional de la Dieta Mediterránea, celebrado recientemente en Barcelona, expertos han respaldado con vasta evidencia científica las virtudes de la dieta mediterránea para la salud humana. Según Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático y director del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, la alimentación mediterránea se asocia a un envejecimiento saludable.
Una alimentación basada en frutas y verduras, aceite de oliva, cereales integrales, legumbres y frutos secos, distingue la dieta mediterránea, matizando que esta no es, en estricto sentido, vegetariana ni vegana. El doctor Rodríguez sostiene que la dieta mediterránea contribuye a incrementar la resiliencia en personas sometidas a situaciones de estrés, ya sea de carácter agudo o crónico.
Como componente esencial, la dieta mediterránea propone la ingesta mínima de proteínas animales, aderezando con pequeñas porciones de pescado, mariscos o cerdo las legumbres constituyentes de platos tan emblemáticos como el cocido madrileño o las alubias con almejas. Los expertos subrayan que una dieta encuadrada en estos lineamientos favorece una menor fragilidad asociada a factores nutricionales, con la recomendación de un consumo de 300 a 400 gramos diarios de frutas y verduras, suficiente proteína (sobre todo vegetal y láctea) y alimentos frescos y poco procesados.
La dieta mediterránea no se restringe únicamente a un patrón de consumo, puesto que desde 2013 es reconocida por la UNESCO como parte del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad. Esta identificación subraya el conjunto de tradiciones, rituales, conocimientos y competencias asociados a la agricultura, la ganadería y la pesca característicos de las comunidades del Mediterráneo.
Ante la amenaza que supone el cambio climático y el aumento de la población mundial, figuras relevantes como Walter Willett, médico y profesor de Epidemiología y Nutrición en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, remarcan la importancia de adoptar una dieta sostenible. Willett insta a la reducción del consumo de carne roja en regiones como Norteamérica, señalando su asociación con riesgos incrementados de diabetes y otras causas de mortalidad. En este sentido, la dieta mediterránea presume ser un camino viable hacia el consumo responsable y la justicia alimentaria.