En un movimiento sin precedentes, el gobierno italiano liderado por Giorgia Meloni, conocida por su ideología de ultraderecha, ha decidido recortar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) como una medida para apaciguar las recientes protestas de los agricultores en todo el país. Esta iniciativa, aunque ha sido recibida en general con favorable aceptación, todavía deja a algunos grupos protestantes sin mella en su determinación de seguir con las manifestaciones.
Así lo indica el nuevo esquema fiscal que reduce un 50% el IRPF para aquellos ingresos agrícolas que oscilen entre 10.000 y 15.000 euros. Este beneficio se añadirá a la ya existente exención fiscal para ingresos de hasta 10.000 euros. Este cambio ha sido posible gracias al pacto alcanzado tras largas horas de reunión entre los tres partidos principales que conforman la mayoría gubernamental, los Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia. Este acuerdo desbloqueará alrededor de 200 millones de euros para los agricultores.
En términos prácticos, esto se implementará a través de una enmienda incluida en el decreto ley sobre prórrogas normativas y obligaciones fiscales, la cual ahora debe ser aprobada por el Parlamento. Como un signo adicional de buena voluntad, el gobierno ha anunciado el comienzo de un diálogo con los agricultores en protesta.
Pero no todos están dispuestos a poner fin a las protestas. Algunos grupos manifiestan su firme determinación de continuar con las movilizaciones. Entre ellos se encuentra un grupo más extremista que, aun con la noticia de los beneficios fiscales, mantiene su plan de protesta en el Circo Máximo de Roma.
Otros puntos de conflicto incluyen las demandas del líder de la Liga, Matteo Salvini, quien insistió en un incremento del techo exento de IRPF hasta rentas de 30.000 euros. Adicionalmente, Salvini propuso el control de precios y costes de producción y la implementación de medidas más rápidas para gestionar los daños causados por la fauna salvaje.
El debate se halla aún lejos de ser resuelto en su totalidad, y el panorama en el ámbito agrícola italiano permanece en constante evolución. Sin duda, estas negociaciones y movilizaciones también tendrán repercusiones a largo plazo en la política agraria de Italia y, potencialmente, de toda la Unión Europea.