El tema del desperdicio de alimentos ha sido objeto de un creciente debate en años recientes y España no ha permanecido ajena ante esta cuestión. De hecho, el país ha demostrado notables avances en la implementación de estrategias de prevención por parte de su cadena alimentaria. Sólo en el último lapso de tiempo medido, esta problemática ha experimentado un descenso favorable. Relaxantes tanto gubernamentales como del sector empresarial han ofrecido estas perspectivas en encuentros sectoriales de relevancia.
Un área que ha estado en el centro de la diana de los esfuerzos para reducir el desperdicio alimentario es el sector de la hostelería y el hogar. Se estima que se le puede atribuir a este ámbito casi el 50% del desperdicio de alimentos en España. Para dar contexto, aunque la cantidad de alimentos desperdiciados per cápita ha disminuido notablemente, aún se estiman alrededor de 1.100 millones de kilogramos o litros de alimentos descartados al año.
El escenario es, sin embargo, optimista. El director general de Alimentación del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha resaltado el compromiso creciente de la industria alimentaria y de la distribución para hacer frente a este problema. Muchos de ellos ya cuentan con estrategias para la gestión y minimización del desperdicio de alimentos.
Desde el frente gubernamental se están trabajando en nuevas leyes contra el desperdicio alimentario, con intervenciones en las prioridades de uso de los alimentos. Además, se fomentan campañas de sensibilización para la ciudadanía, que ayudarían a planificar mejor las compras y dar utilidad a las sobras con recetas.
El camino hacia la disminución del desperdicio alimentario también cuenta con la valiosa aportación del sector privado. La presidenta del comité Aecoc contra el desperdicio alimentario, señala que las empresas del gran consumo han logrado disminuir el desperdicio de 1,78 % al 0,9 % del producto comercializado en la última media década. Las campañas de concienciación tienen un papel destacado en estos resultados.
Esperanzadoramente, este esfuerzo concertado parece estar evidenciando su efectividad, y justo a tiempo para afrontar la propuesta de la Unión Europea de objetivos vinculantes para reducir el desperdicio alimentario para 2030. Los desafíos son significativos, pero también lo es la voluntad de las partes involucradas para lograrlos.