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Invisibilidad y desigualdad, la pruebas constantes de la mujer rural en el siglo XX

Las mujeres del ámbito rural han desempeñado un papel crucial en el sector agrícola español durante el siglo XX, sin embargo, esta labor ha sido, en muchas ocasiones, ensombrecida por la prevalencia de los roles masculinos en estos terrenos. El nuevo libro «Mujeres y agricultura: en la política española del siglo XX» destaca esta situación histórica, contribuyendo, de alguna manera, a disipar este efecto de «invisibilidad».

«La historia de la agricultura se ha escrito en masculino, pero es en gran medida una historia en femenino», así se presenta el prólogo de la obra, escrita por cuatro historiadoras agrarias: Teresa María Ortega López, Ana Cabana Iglesia, Laura Cabezas Vega y Silvia Canalejo Alonso. En sus páginas se analiza la evolución de la posición de las mujeres en el ámbito agrícola desde la creación del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) en 1933 hasta la aprobación de la ley de Titularidad Compartida en 2011.

Por otro lado, estas cuatro historiadoras exponen que las mujeres rurales han soportado una «triple marginación; primero por ser mujeres, después por ser rurales y, por último, por trabajar en agricultura». Este hecho se ve reflejado en el actual desequilibrio de género presente en el sector agrario en España. Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), del total de 770.700 personas que conforman el sector agrícola, solo 202.600 son mujeres.

Además, en esta obra se pone de manifiesto que la desigualdad y la masculinización del mundo rural han impulsado a muchas mujeres a abandonar los pueblos, en un contexto general de despoblación rural en España. Pero a pesar de estos desafíos, el número de mujeres que ostentan la titularidad de las explotaciones agrarias va en aumento.

Los autores también ofrecen un análisis detallado de la ley de Titularidad Compartida de las explotaciones agrarias de 2011, que busca profesionalizar la actividad agraria de las mujeres, mejorar su participación en las organizaciones agrarias, hacer visible su trabajo en las explotaciones y fomentar la igualdad de género.

En definitiva, este libro representa una reivindicación de la participación histórica de las mujeres en la agricultura española y un grito contra la invisibilidad y la desigualdad que han sufrido en el pasado. España, un país con profundos lazos rurales y agrarios, ahora tiene una oportunidad única para rectificar este aspecto de su historia y dar a las mujeres rurales el reconocimiento que merecen.

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