La regulación agrícola de la Comisión Europea está en constante evolución y su última decisión apunta directamente a un popular fungicida, el ipconazol. Este producto químico de amplio espectro, perteneciente al grupo de los triazoles, es ampliamente utilizado por los agricultores para controlar enfermedades en semillas y suelos. Sin embargo, su uso ha sido cuestionado recientemente por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) debido a potenciales riesgos para la vida silvestre y la salud humana.
De acuerdo al Reglamento de Ejecución (UE) 2023/939, la EFSA concluyó que el ipconazol plantea un alto riesgo a largo plazo para las aves granívoras. Además, el Comité de Evaluación del Riesgo de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) respaldó el dictamen de la EFSA al categorizar el ipconazol como tóxico para la reproducción de categoría 1B, basándose en datos de estudios con animales.
A pesar de que los residuos de ipconazol en los alimentos están por debajo del valor por defecto de 0,01 mg/kg, existen inquietudes en cuanto a la exposición de los trabajadores agrícolas al químico. Los estudios actuales son limitados, y según la EFSA, no representan de manera precisa las condiciones reales de trabajo en los campos y durante el empaquetado de los productos agrícolas.
En consecuencia, se ha instado a los países a retirar las autorizaciones de los productos fitosanitarios que contienen ipconazol antes de septiembre de este año. Sin embargo, se permitirá un periodo de gracia que terminará el 29 de febrero de 2024.
Si bien esta prohibición del ipconazol puede no tener un gran impacto, dado que existen numerosas alternativas dentro del grupo de los triazoles, Dolores Fernández Ortuño, profesora del Departamento de Microbiología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga y asesora científica del Comité de Acción contra Resistencias a Fungicidas (FRAC-España), advierte sobre el riesgo general de no reemplazar los fungicidas prohibidos por otras opciones. Ortuño hace hincapié en la necesidad de un manejo cuidadoso y responsable de los fungicidas para evitar que la situación se nos vaya de las manos.
