El avance de la ley en contra de la deforestación en la Unión Europea, a pesar de enfrentar una presión extraordinaria por parte de estados, empresas, lobbies y partidos políticos, es un tema que toca actualmente la mesa de decisiones en el viejo continente. Aprobada en 2023, la ley ha sido sometida a discusión y análisis por implicar que el consumo de productos en la Unión Europea no genere deforestación. A partir del 30 de diciembre, las empresas que importen ciertas materias primas en la UE deberán demostrar, a través de un sistema de geolocalización, que no han generado deforestación o degradación de masas forestales.
El reglamento se aplica en la Unión Europea y afecta a sectores como el ganado, cacao, café, aceite de palma, soja, madera y caucho, incluyendo derivados como cuero, chocolate o muebles. Esto va alineado con normativas sobre la madera y la pesca ilegal, siendo parte de un espíritu que busca que la UE no deslocalice a terceros países prácticas censuradas en su territorio.
No obstante, la ley ha generado tensiones en la UE y entre esta y terceros países. Como resultado, varios países entre los cuales se encuentran Brasil, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Indonesia, Estados Unidos, Malasia, Australia, Nueva zelanda o Canadá, han redoblado la presión, junto con la Organización Mundial del Comercio.
Además, dentro de la Unión Europea, algunos estados miembros como Suecia, Finlandia, Austria, Polonia o Eslovaquia, no están de acuerdo con mantener el calendario. Incluso Alemania, ha solicitado una prórroga de seis meses. Sin embargo, todos los intentos para retrasar la implementación de la regulación han sido rechazados por la Comisión Europea. En este sentido, se muestra firme el compromiso desde la institución de mantener el rumbo en la protección del medio ambiente, especialmente frente a la grave amenaza de la deforestación.
Así, a pesar de la presión y críticas, la Comisión Europea ha insistido en que continúa trabajando en los preparativos para la aplicación de la ley, anteponiendo los deberes de cuidado medioambiental y subrayando que la intención no es frenar la normativa, ya que supondría abrir la caja de Pandora. Todo ello puede implicar un eventual reajuste en el comercio de materias primas y una revisión más ambiciosa de las exportaciones, potenciando así una política más verde por parte de la Unión Europea que busca proteger las masas forestales y otros ecosistemas de nuestro planeta.








