En la comarca malagueña de la Axarquía, los viñedos empinados se convierten en un desafío cada verano, cuando llega el momento de la vendimia de la uva Moscatel. Esta tradición centenaria, realizada a mano y con la asistencia de mulos para el transporte del preciado fruto, es considerada una de las más artesanales de Europa.
Bernardo Villalba, uno de los arrieros dedicados a la labor, carga cuidadosamente las cajas sobre su mulo, Cubero. Estas cajas están repletas de racimos recién cortados tras ser recogidos durante el amanecer desde las vides, que con cerca de 60 años de existencia, parecen desafiar a la gravedad en estas pronunciadas laderas.
La recolección comienza temprano, a las siete de la mañana, para protegerse del calor intenso que caracteriza estas latitudes. Juan Muñoz, uno de los gestores de la bodega Antonio Muñoz Cabrera, destaca que las uvas maduran de forma diferente en función de su orientación y altitud, que varía entre 400 y 900 metros en la región de la Axarquía. Este factor de altura, combinado con pendientes que pueden alcanzar hasta el 70%, define la viticultura heroica de la Axarquía, que requiere de una recolección completamente manual.
En un giro moderno a la elaboración de vinos en la región, el enólogo Vicente Inat se enfoca en exprimir las características únicas de las diferentes zonas de la Axarquía. Aunque la Moscatel de Alejandría continúa siendo la variedad dominante, otras como la Doradilla, Romé, Pedro Ximénez o Garnacha también se benefician del sol de la comarca. El resultado son vinos con alta concentración e intensa salinidad, únicos de la región y la celebrada uva Moscatel.
Impulsada por la labor de los viticultores y reconocida internacionalmente, esta tradicional forma de viticultura fue la primera en Europa en recibir la denominación de Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en 2018. Sucede que esta vendimia heroica continúa fiel a sus raíces, sosteniendo no solo la tradición, sino también la economía de pequeños propietarios y familias que han mantenido viva esta práctica durante generaciones.