El consumo de productos del mar en España ha cobrado una nueva dimensión, marcada por una tendencia que llama a la reflexión. Durante el último año móvil, que abarca desde abril de 2024 a marzo de 2025, los hogares han disminuido su compra de pescado en un 4,3 %, lo que plantea interrogantes sobre los hábitos alimenticios actuales y futuros entre los españoles.
El análisis de la situación actual
Según el informe titulado "La pesca mes a mes", elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el consumo total de productos de pesca ha disminuido en un 2,7 %. A pesar de esta caída, el valor de estas compras ha experimentado un leve incremento del 0,7 %. Sin embargo, este aumento en el valor contrasta con una marcada disminución en la demanda de ciertos alimentos, siendo el bacalao y la dorada los más afectados.
En términos concretos, el pescado fresco ha sido el más golpeado, con una reducción de compras del 4,5 %, mientras que el pescado congelado ha visto una caída del 3,3 %. Este hecho no solo refleja un cambio en las preferencias, sino que también plantea preguntas sobre la economía doméstica y las elecciones alimentarias en un contexto de inflación.
Las especies en la cuerda floja
No todas las especies han corrido la misma suerte. En particular, el bacalao, la caballa y la dorada han experimentado retrocesos en las compras, con descensos que alcanzan el 21,1 %, 21,0 % y 23,5 %, respectivamente. Estos datos indican no solo una menor preferencia por estos pescados, sino también un cambio en la cultura culinaria de los hogares.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Especies como la sardina y el boquerón han registrado un incremento del 11,5 %, mientras que otros pescados, como la trucha y el salmón, también han ganado terreno en las mesas españolas, con aumentos del 19,4 % y 11,0 %. Esto sugiere un cambio en las tendencias de consumo que podría ser interesante de estudiar a profundidad.
El impacto en los mariscos y otros productos del mar
Además del pescado, el consumo de mariscos, moluscos y crustáceos también ha visto una caída del 1,2 %. Este descenso se debe principalmente a la reducción en la demanda de productos congelados y frescos, que han perdido el 3,1 % y 2,4 % del volumen de compras, respectivamente. Esto hace destacar las posibles consecuencias de la disminución de estos productos en la economía pesquera.
Curiosamente, aunque algunas especies han perdido popularidad, otras como las almejas y los mejillones han mostrado un crecimiento moderado, con incrementos del 2,1 % y 0,6 % respectivamente. Este fenómeno podría reflejar un interés renovado en sabores locales o alternativas más económicas.
Datos de consumo por persona
En el mes de marzo, cada español consumió un promedio de 0,79 kilos de pescado, con 0,61 kilos provenientes del pescado fresco y 0,19 kilos de pescado congelado. Sin duda, estos números llaman la atención sobre los hábitos de consumo y sugieren que el acceso y la percepción de los productos del mar están evolucionando.
Entre los principales productos consumidos, la merluza se mantiene como el más popular, con un consumo de 0,16 kilos por persona, y un precio medio de 10,15 euros, lo que refleja una subida del 6,3 % en comparación con el mismo mes del año anterior. La merluza parece haber encontrado su nicho en la dieta familiar, destacando la importancia de este pescado en la gastronomía nacional.
Reflexiones finales sobre la tendencia del consumo
Mientras observamos estos cambios, nos planteamos qué significan para el futuro de la pesca y la alimentación en general. La disminución en el consumo de ciertos productos y el aumento en otros podrían obligar a los pescadores y a la industria alimentaria a adaptarse, innovar y buscar nuevas formas de conectar con los consumidores. La relación del ser humano con el océano y sus recursos está en constante cambio, y es fundamental que mantengamos el interés en el equilibrio entre consumo sostenible y la salud de nuestros mares.
Al final del día, cada elección que hacemos en la mesa no solo afecta nuestra salud, sino que también impacta el ecosistema que nos rodea. ¿Cómo influirán estas tendencias en la oferta y demanda de los productos del mar en el futuro? La reflexión está servida.