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Macroalgas en España: Un gigante dormido listo para despertar en la acuicultura

En el vasto mar de la acuicultura española, las macroalgas, o simplemente algas, son el pez chico que podría crecer en grande. Con un aporte de tan solo 0,002% al total de la acuicultura nacional, según el informe de la Asociación Empresarial de Acuicultura Española (Apromar), su potencial para la economía y el medio ambiente podría ser significativo. Sin embargo, las complejidades burocráticas y la falta de tradición en el cultivo han frenado su avance. Este panorama, que refleja la situación de toda Europa, contrasta con la gigantesca producción de Asia. ¿Qué le depara el futuro a las macroalgas en España?

El catedrático de Botánica de la Universidad da Coruña, Javier Cremades, pone el dedo en la llaga al señalar que la falta de experiencia y tradición en el cultivo, y las dificultades burocráticas, son escollos considerables. De hecho, una empresa nueva podría tardar hasta tres años en obtener las concesiones necesarias para cultivar. Además, los problemas de rentabilidad y mercado son desafíos adicionales.

A nivel europeo, el cultivo comercial de macroalgas representa solo el 4% de la producción total. Al compararlo con la producción mundial, donde las algas son la segunda mayor actividad de la acuicultura con 35,1 millones de toneladas cosechadas en 2020, Europa ni siquiera alcanza el 1% de esa producción, mientras que Asia lleva la batuta con un impresionante 97%.

No obstante, hay un lado positivo. A pesar de partir de cifras bajas, la producción de macroalgas en España ha experimentado un crecimiento del 388%, según datos de la FAO. Esto abre una ventana de oportunidad, considerando además el valor nutricional y medioambiental de las macroalgas.

Las especies actualmente cultivadas incluyen kombu de azúcar, lechuga de mar y algas rojas conocidas como ogonori. La mayoría de estas se cultivan en Galicia, que ostenta un 83%, mientras que el resto se produce en Andalucía. Estas macroalgas no solo se utilizan como alimento sino también como fuente de compuestos bioactivos.

Además, las algas marinas son reconocidas por sus inmensas aplicaciones en las industrias alimentaria, agraria, textil, biomédica y farmacéutica. César Peteiro, investigador del Centro Oceanográfico de Santander, enfatiza el creciente interés en su uso para la alimentación humana debido a sus propiedades nutricionales. Además, contribuyen a la sostenibilidad al ayudar a fijar carbono de la atmósfera y oxigenar las aguas, convirtiéndolas en un cultivo ejemplar de economía circular.

El camino hacia la expansión del cultivo de macroalgas en España y Europa en general está sembrado de retos. Sin embargo, el potencial que ofrece tanto en términos económicos como medioambientales y nutricionales podría marcar un punto de inflexión si se abordan adecuadamente las barreras burocráticas y se fomenta una mayor educación y tradición en su cultivo. Las macroalgas podrían no solo convertirse en un motor económico para regiones como Galicia y Andalucía, sino también en un aliado clave en la lucha por un planeta más sostenible. El gigante dormido de las macroalgas en España podría estar a punto de despertar.

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