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Más obesidad que hambre en el mundo, un problema creciente que deteriora la salud humana según Graziano da Silva

El desafío mundial de la obesidad: Más allá del hambre

La población mundial se enfrenta a un desafío sanitario de grandes proporciones: la obesidad. Según alerta el brasileño José Graziano da Silva, ex responsable de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hoy en día, la obesidad se ha convertido en un problema más acuciante que el hambre, con 1.000 millones de personas en el mundo afectadas, frente a los 735 millones que sufren desnutrición.

Los ultraprocesados son los principales responsables de esta situación, según apuntó Da Silva en una reciente entrevista. Estos productos, baratos y accesibles, han sustituido en gran medida a los alimentos frescos y saludables en la dieta de un elevado número de personas, una tendencia que se ha agravado durante la pandemia.

El problema puede tener consecuencias graves, especialmente entre niños y mujeres en edad reproductiva, ya que los hábitos alimentarios se transmiten entre generaciones. Los descendientes de padres obesos tienen una alta probabilidad de sufrir obesidad, lo que «empeora la raza humana», en palabras de Da Silva.

A este respecto, el ex ministro de Seguridad Alimentaria y Combate al hambre de Brasil considera que es fundamental entender que la alimentación no es una cuestión individual ni familiar, sino de relevancia pública. De este modo, insta a los Estados a tomar mayor responsabilidad en la promoción de hábitos alimentarios saludables, especialmente entre la población infantil.

José Graziano da Silva destaca la importancia de promover la inclusión de productos frescos y una dieta balanceada en la escuela, en lugar de optar por la distribución de productos procesados. Esta medida podría generar notables beneficios a largo plazo al facilitar la formación de buenos hábitos alimenticios desde una edad temprana.

En cuanto a la disponibilidad alimentaria, el prominente experto asegura que se producen alimentos suficientes para toda la población mundial, aunque ciertos frescos como frutas o verduras pueden experimentar escasez. El problema es, en realidad, la especulación con los precios y las existencias que impide un acceso justo a los alimentos.

Con esta visión, Da Silva critica que los avances hacia la erradicación de la pobreza son insuficientes. A pesar de que la cifra de hambrientos en el mundo podría reducirse de los actuales 735 millones a 600 millones para 2030, la meta establecida era de cero. Por tanto, queda mucho trabajo por hacer en la lucha contra la desigualdad alimentaria.

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