Cada día, cientos de mujeres se adentran en la masculinizada actividad agropecuaria, donde desempeñan un papel crucial en la evaluación de siniestros. Este campo, que tradicionalmente ha sido visto como una esfera dominada por hombres, está experimentando un cambio significativo. La importancia de la presencia femenina se va equiparando en esta labor esencial que combina rigor y empatía, convirtiéndose en pilar fundamental para esta profesión.
El reto del peritaje en la práctica
Fincas arrasadas por vientos, heladas, pedriscos y sequías configuran el complejo escenario laboral de los peritos. En este contexto, se ha destacado que el 31% de quienes ejercen esta profesión son mujeres, un dato que refleja la creciente inclusión de género en el ámbito agropecuario. María José Cortés, una de las pioneras que llegó casi por casualidad al sector, recuerda cómo en 1984 fue advertida de lo difícil que sería entrar en un mundo donde la "gente del campo" sólo confiaba en hombres.
Su primer desafío fue un siniestro causado por una helada devastadora. "Al día siguiente nos dijeron: ya podéis ir solas porque nosotros somos funcionarios y trabajamos solo por las tardes", asegura María José, recordando con humor el inicio de una carrera que ha perdurado más de 40 años. Durante ese tiempo, ha presenciado una evolución significativa en el campo y ha participado en la evaluación de siniestros severos, como la reciente dana en Valencia, cuyas graves consecuencias impactaron a la comunidad.
Empatía en el campo
Uno de los aspectos más destacados de la labor de estas peritas es la capacidad de empatía que demuestran al interactuar con los agricultores asegurados. "Adviertes que la gente necesita que hables con ella, que empatices", explica María José. En una jornada normal, puede pasar horas con un asegurado, lo que a menudo se traduce en conversaciones profundas que enriquecen la relación laboral. Esta conexión es simbiótica y facilita la realización del trabajo. "Como te has ganado su confianza y se te ha volcado tanto en contarte sus penas, la tasación la realizas muy fácil", afirma.
Sin embargo, al principio de su carrera, no todo fue sencillo. "Te discutían todo, no se fiaban de nosotras", recuerda. Afortunadamente, las cosas han cambiado. "Con el tiempo hemos demostrado que estamos, ya nos conocen y confían", añade, resaltando el impacto positivo de los años de experiencia. Este cambio ha llevado incluso a que muchos asegurados, predominantemente hombres, se sientan intimidados ante la llegada de una mujer, asumiendo que ellas son más rigurosas y profesionales.
El impacto de la dana en Valencia
Este año, María José ha estado en el epicentro de uno de los eventos climáticos más devastadores que ha tocado la Comunidad Valenciana. Según relata, "teníamos coches encima de los árboles, la policía buscaba cadáveres; era como un escenario de guerra". Este panorama caótico exigió una respuesta rápida y eficaz por parte de los peritos. Con el desafío de evaluar 50,000 parcelas en apenas un mes y medio, el equipo superó las expectativas y logró cumplir con el tiempo establecido.
Sobre la dinámica de trabajo, María José observa que a menudo sus compañeros hombres asumen roles más duros para demostrar su competencia. Pero a través de su propia experiencia, ha aprendido que la empatía y el esfuerzo pueden lograr mucho. Al final, se trata de un trabajo en equipo donde las habilidades de todas y todos son igualmente necesarias.
Mujeres en el sector asegurador agrícola
Otra profesional en este ámbito es María José González, quien lleva 23 años trabajando en el seguro agrario. Su llegada a esta área fue inesperada, pero desde entonces ha encontrado una vocación que adora, a pesar de que es todavía una profesión poco conocida. Aunque al principio experimentó algunas miradas curiosas, su experiencia ha demostrado que "como somos chicas somos más duras", según los comentarios de los agricultores que la conocen.
Animando a las nuevas generaciones, María José señala que esta profesión ofrece la oportunidad de vivir diversas experiencias cada día: "Conoces a mucha gente y te cuentan sus problemas y sus historias", lo que añade una dimensión humana y personal al trabajo de peritación.
En un sector donde el trabajo sigue siendo antiguamente asociado a hombres, las mujeres aportan una perspectiva única que puede resultar decisiva en un entorno lleno de desafíos. La combinación de rigor y empatía que aportan está empezando a cambiar la narrativa del campo. ¿Cómo evolucionará este cambio en los próximos años? Las historias de mujeres como María José son solo un principio en la transformación de un sector que necesita voces diversas y fuertes.